VÍDEO BLOG #Miedodequé?: Calvo con gafas (rememorando a “la de las tetas gordas”), por Víctor J. Hernández Bru.
Los seguidores de #PasarelaGilipó, que como dice José Fernández, ese fascista, es el núcleo irradiador de la programación de esRadio Almería, saben muy bien lo que significa para nosotros un #calvoconbarba, icono que se plasma en cada edición semanal de este espacio en un gran hit musical que inunda de alegría cada rincón de nuestra redacción y esperamos que también de vuestros hogares.
El calvo con barba es una tipología masculina muy extendida últimamente, no digamos que novedosa, puesto que haberlos los ha habido desde hace ya mucho tiempo, siglos, pero que se ha puesto especialmente de moda en los últimos años. Calvos con barba hay muchos, ahora mismo por todos lados, aunque no todos capaces de generar toda una corriente como la generada en #PasarelaGilipó, en honor a un ilustre calvo con barba almeriense, o de inspirar temas musicales como ya mítico y famoso de Jordi Ganchitos, auténtico himno ya de nuestro programa de los viernes a las tres y cinco de la tarde.
Ignoro si algún calvo con barba se ha ofendido por ser definido como lo que es, un calvo con barba, pero no innovo ni sorprendo a nadie si digo que la descripción de las personas por su apariencia física se ha convertido en un gran tabú, en un icono de lo políticamente incorrecto, en el interruptor que activa la gran marea de la giliprogresía escandalizada y ofendida porque se llame gordos a los gordos, bajos a los bajos, feos a los que a lo mejor no son tan agraciados o calvos con barba a los que acaso no lucen el pelaje de Sansón y sí la poblada quijada de Darwin.
El caso es que, en esta era de la más ridícula corrección política, que impide hasta las definiciones más evidentes, sopena de ser sometido a la más estricta condena pública, todo ello impulsado, ya digo, por la giliprogresía, siempre hay lugar para la excepción, obvia y evidentemente encarnada en la propia izquierda, en quien prohíbe socialmente determinados comportamientos pero los practica con la máxima libertad, como corresponde a la ideología menos rigurosa de la historia, o más desvergonzada, que también se podría definir así.
Es célebre aquella descripción que hizo un candidato comunista a la presidencia de Andalucía, Diego Valderas, para referirse a la concejal de Educación de Huelva, por aquel entonces Blanca Alcántara, a la que se refirió como “la de las tetas gordas”. No diré que el candidato de Izquierda Unida no fuera públicamente recriminado por aquello, pero sí que él mismo y su partido ya por entonces censuraban cualquier referencia física o de cualquier tipo que escapara mínimamente de lo políticamente correcto, mientras que ellos disfrutaban con alegría de la parte ancha del embudo.
Ahora, la ministra y vicepresidente del gobierno social-comunista, Marisú Montero, se ha referido al portavoz del PP en el Congreso, quien es evidente que los pone muy nerviosos desde incluso antes de haber desarrollado su primera intervención en tal puesto, como “el calvo con gafas”. Entenderá mi querido oyente/lector que, aquí en esRadio Almería, el primer pensamiento, una vez escuchadas estas palabras en la fina y aterciopelada voz de la vicepresidente, se haya centrado en nuestro famoso icono, el #calvoconbarba. Pero una vez desterrado ese inevitable pensamiento, dejando el cachondeo paso al raciocinio, uno tampoco puede eludir la idea de que, una vez más, la izquierda goza de privilegios, también descriptivos y lingüísticos impensables en representantes políticos de otro signo o incluso en ciudadanos en general.
Piénsese por un momento en un político del PP o de Vox, incluso en un ciudadano, qué se yo, describiendo a una señora como “la de la nariz de doña Rogelia” o la “gordita” o a un caballero como “el pequeñín” o el “cabezón”. Si alguien se le pasa por la cabeza, digo esto por ir ahorrando tiempos o esfuerzos, póngase directamente el protagonista las esposas y diríjase a la comisaría más cercana.
