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#RadioBlog #ConfinadosPeroNoArrinconados, ‘Los primeros coloraos no vinieron a Almería’ por Antonio Felipe Rubio

#RadioBlog #ConfinadosPeroNoArrinconados, ‘Los primeros coloraos no vinieron a Almería’ por Antonio Felipe Rubio.

Como diría Federico Trillo: “con tiempo duro de levante…”. Y así, con un temporal de unos 35 nudos (un fuerza 8 Beaufort) partieron un 2 de agosto desde Gibraltar tres faluchos con unos veinte a bordo, que hacían un total de sesenta expedicionarios. El falucho es como la faluca que un tontolhaba hizo construir como símbolo de la “tradicional” Almería marinera. El falucho se distingue por su mástil avanzado a proa y una percha o verga, algunas de car y pena, que enjarciaba una vela latina.

Las condiciones de la mar, así como la fragilidad de las embarcaciones, hicieron desistir del rumbo inicial fijado por el capitán de la expedición, apodado “El Borrascas”. Además, el objetivo era Málaga; por tanto, con levante duro era imposible ganar barlovento, y lo razonable fue dar vuelta y volver a arrumbar al puerto de partida. No obstante, El Borrascas consultó con el comandante y decidieron aprovechar la singladura para sus intereses “políticos”.

El comandante en cuestión era Francisco Valdés, un mercenario al que unos acaudalados llamados liberales franceses y británicos encargaron la misión de tomar la plaza de Málaga con una exigua fuerza de sesenta reclutados de distinta procedencia y ralea. En realidad, el supuesto mecenazgo en aras del liberalismo no era sino la pretensión de asestar un golpe al poder establecido que representaba el rey felón, Fernando VII. Pero volvamos a la aventura de estos nautas.

Como la “toma” de Málaga se frustró con el temporal, decidieron ejercer la acción armada prevista fijando un nuevo objetivo. Lo más a mano era Tarifa. Allí había una importante prisión, Santa Catalina, custodiada por unos cien guardias fieles al régimen que, a falta de producir otra avería a la Corona, podría suponer una operación de cierto éxito. Pero, lejos de producirse una escabechina, los cien guardias se entregaron y se unieron a la causa de aquellos “coloraos”, pues vestían unas casacas facilitadas por la Armada británica que se distinguían por un color rojo intenso.

Los insurgentes consiguieron que se adhiriesen también a la causa los sesenta presos allí recluidos, sumando un grueso de doscientos veinte los disponibles para reanudar la misión de tomar Málaga y restaurar la Constitución de Cádiz de 1812. Pero los Cien Mil Hijos de San Luis estaban atentos a la operación, y, aunque no acudieron en semejante cantidad, sí que sitiaron la prisión de Tarifa con tres mil soldados y catorce buques de asedio. Evidentemente, los insurgentes, salvo unos pocos que huyeron a Tánger, fueron detenidos.

Pocos días pasaron hasta que, en número de ciento sesenta, fueron conducidos a Algeciras. Llevados a la tapia del cementerio, los alinearon y los fusilaron sin más.

Repito, ciento sesenta (160) fueron fusilados por el mismo régimen que, el día 6 de agosto del mismo año (1824) partieron hacia Almería con idéntico propósito e idéntico éxito en la consecución del mismo.

Aunque una sola muerte es más que suficiente para la injusticia y la ignominia, el caso de “Los Coloraos de Algeciras”, los pioneros, adquieren un indudable aspecto cuantitativo. Allí fueron fusilados 160; en Almería, 22… Y aquellos no tienen pingurucho, ni polémica, ni patrimonio progresista.

Y la pregunta es la siguiente: ¿qué opina de esto el secretario de Estado de Memoria Histórica, Fernando Martínez? Por qué tanto ardor liberal en Almería con el Pingurucho y el B. O. E. ¿Acaso aquellos 160 apiolados por el mismo rey felón no merecen el mismo respeto, recuerdo y conmemoración en cualquier lugar de España?

Quizá, detrás de Los Coloraos en Almería hay algo más que la mera historia, y mucho de folklore sectario. Pero el caso concreto de Almería, con Pablo Iglesias, Benigno Morales, el alcalde Navarro Gay… mejor lo dejamos para la próxima semana. .

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