#ElMonoDesnudo: De las Navidades pasadas, presentes y futuras, por Gloria Pérez de Colosía
Notarán ustedes los estragos que esta noche de tránsito anual ha hecho en mi voz.
Bien sea por el excelso esfuerzo para guardar la compostura ante las pullitas familiares, bien por hacernos oír, que ni siquiera escuchar, entre el unísono griterío de los que en una noche quieren ponerse al día, bien sea por las lágrimas contenidas en la garganta ante las ausencias de los que se fueron o bien por el apoyo de hipnóticos externos para aguantar todo a la vez, el caso es que las voces, en mayor o menor medida, siempre amanecen tocadas los 1 de enero.
Las que salen de nuestras bocas y las que rondan en nuestras cabezas. Las voces que, en ese preciso segundo de la noche, cuando los dong, dong están a punto de acabar, superponen, en un resuelto pero la mayor de las veces vano esfuerzo, las cagadas del pasado, los esfuerzos del presente y los propósitos del futuro.
Y por unos segundos todos somos el Scrooge de Dickens, buscando soluciones versátiles para el año de nuestra vida, irremediablemente pospuesto una y otra vez.
Solo, que en lugar de enfocarlas en pro de un orden social que nos provea de un espacio seguro y de apoyo en el que operar colectivamente somos, cada vez más, unidades individuales con instinto inmediato que, en un intento de descodificar nuestro cerebro, tendemos a salvar solo nuestro culo.
“Quien controla el presente controla el pasado. Quien controla el pasado, controlará el futuro”, decía el slogan del Partido de la Oceanía de Orwell.
Y es, exactamente, lo que parece estar pasando. Un nuevo relato en el presente que rescriba el pasado y cree así, un nuevo futuro.
Quizá uno alternativo que no era el previsto, como la otra línea temporal que, con la ayuda de Doc, crea Marty McFly.
En las Navidades Pasadas, Gracita Morales era la semidiosa de voz estridente que representaba la limpia y digna labor de las ahora llamadas Kellys a las que, en las hipócritas Navidades Presentes, la alcaldesa de Pamplona, Cristina Ibarrola, parece haber ofendido al decir que prefiere fregar escaleras antes que apoyar a EH Bildu, y en las Navidades Futuras se habrá olvidado que lo indigno no fue el comentario tildado de clasista, sino la traicionera entrega de la alcaldía al partido abertzale.
Cinismo transmutador.
En las Navidades Pasadas, Yolanda y Pedro eran amigos, pero en las Navidades Presentes, mientras Pedro Sánchez, más preocupado por una política de choque que por una política real, remodela el gobierno y envía a Calviño al banco, el machito pide el voto para un partido que no es el suyo, lo que augura unas Navidades Futuras en las que la batalla final de la testosterona nos dejará escenas hilarantes.
En las Navidades Pasadas, escuchábamos un familiar discurso de un Rey en blanco y negro, que en las Navidades Presentes se ha convertido en un virulento informativo político, y en las Navidades Futuras será el discurso de una Reina violeta.
Pero Señores, nada es importante de verdad, pues cada 1 de Enero lo seguimos intentando, cerramos los ojos antes del primer despertar queriendo resetear el pronóstico de un destino. Del que tuvo que ser y no ha sido, del que queríamos que fuera, pero nuestro colaborador no colaboró. Cerramos los ojos antes del primer despertar e imaginamos un libro en blanco en el que escribir una nueva historia, emborronada por la anterior, claro que sí, pero con la expectativa de nuevos Kilómetros que recorrer venciendo el riesgo y los miedos que nos limitan.
Les deseo a todos ustedes un año de Paz, de esa que te deja dormir, de esa Paz que solo te desvela para crear, para sentir, para gemir y compartir silencio.
Feliz 2024.
