#VideoBlog #PaseoAbajo: Testigo: El kiosco de las pipas, por Juan Torrijos
Era un lugar de encuentro de la Almería de los setenta, nos citábamos en él, quedábamos con los amigos, comprábamos nuestra bolsa de pipas y darle vueltas al tontódromo en que se convertían las aceras del paseo. Subías por la acera del Colón, bajabas por la del Castilla. Dos imágenes perdidas, pero ahí sigue el kiosco con sus pipas. Eran pequeñas, supongo que las siguen siendo, pero calientes eran las mejores que podías comprar en aquellos años.
Hace unos días, como testigo asistía el kiosco a un enfrentamiento entre la policía y un delincuente tras robar en la farmacia que hay frente al de las pipas de girasol, no piensen en las otras. El delincuente, en este caso no era político, creo justo que lo aclaremos, había sembrado la alarma entre las jóvenes dependientas de las tiendas de alrededor de la farmacia con una faca de más de veinte centímetros en la mano. Si a usted lo coje la policía con un arma blanca de más once centímetros le puede caer una multa de hasta treinta mil euros, que se dice pronto.
Claro que usted no es un delincuente, no es un vulnerable, un inmigrante ilegal, usted es ciudadano español y por lo tanto hay derechos a los que no se puede acoger. Alertada la policía, que no iba a comprar pipas, como ustedes se pueden imaginar, logró detener al delincuente, que puso todos los inconvenientes que estaban en sus manos y en sus pies para incordiar el trabajo de los agentes.
Al final, la fuerza de los policías se impuso, y el delincuente pudo ser detenido y llevado a los consiguientes calabozos, no sin antes recibir la policía, por parte de algunos viandantes, insultos y otras larguezas por la que entendía era fuerza extrema y bruta contra una persona. Entre el público que increpaba a los agentes no estaban las dependientas de las tiendas amenazadas con un cuchillo de más de veinte centímetros en las manos de este maleante, ni los boticarios que tuvieron que soportarle en la farmacia frente al kiosco de las pipas mientras los amenazaba y robaba. Es de suponer que las dependientas no eran hijas o hijos de estos buenos ciudadanos, que se quejaban de la brutalidad, dicen ellos, de la policía.
¿Qué hubieran hecho estos hombres y mujeres de bien, no podemos ni queremos pensar lo contrario, si una de las dependientas que se vieron ante la amenaza de la navaja y del joven, hubiera sido hija suya? Eso, que nos lo cuenten. Sería interesante conocer su postura ante la violencia que se viene viviendo en nuestras calles a plena luz del día. Y todo ante la impunidad que para muchos supone el pasar una, y veinte veces por el juzgado y verse al día siguiente en la tienda, con la faca de nuevo en las manos, las asustadas dependientas delante y la defensa de una sociedad y de unos jueces que parecen estar de su parte.
Dicen los jueces que ellos solo están por cumplir la ley, lo mismo te dicen desde la policía, pues habrá que ir pensando que nos sobran uno de los sectores, o la policía o los jueces. ¿Y los políticos? Ni los mencione, si por ellos fuera todos los delincuentes a la calle, así se encontraban con todos los colegas y compañeros. Menudas fiestas iban a montar con el dinero de los impuestos que pagamos los ciudadanos. Nos empezamos a cansar de ustedes, y de sus políticas de cara a la defensa del llamado ciudadano de bien.
