VÍDEO BLOG #Miedodequé?: El campo en pie de guerra, con toda la razón, en el momento más dañino para todos, por Víctor J. Hernández Bru.
Desde luego que no voy a ser yo, ahora, después de llevar tanto tiempo afirmando que estamos apolillados, paralizados e idiotizados, comiéndonos toda la bazofia ideológica de la izquierda sin rechistar, quien le ponga peros a las movilizaciones que estamos viviendo en estas semanas, empezando por Alemania y Francia y culminando en España en general y en Almería en particular.
El sector hortofrutícola no podía, no puede seguir tolerando este profundo proceso de criminalización que viene sufriendo desde que la izquierda se apoderó del discurso oficial climático, ecológico, productivo y europeo en general. Había que reaccionar y, es más, hay que hacerlo de manera más sólida y sonora aún.
La única duda que me queda es si es éste el momento idóneo, aunque también pienso que estas cosas no se eligen. Y digo esto porque quienes protestan, bloquean carreteras y se movilizan, van a ser los primeros perjudicados por esta reacción, ya que la producción en Almería está en su mes más importante del año y el hecho de que los camiones no puedan llevar el producto a su destino ya está contribuyendo a la caída de los precios, junto a la superproducción y otros factores, y a que muchos agricultores no puedan llevar el producto a los almacenes y éstos no puedan enviarlo al destino.
Insisto en que no voy a poner ni una pega a la movilización, salvo que llega tarde. Porque precisamente cuando alguien aguanta y aguanta, al final el estallido llega cuando menos te lo esperas y de manera incontrolada, no planificada. Pero la realidad es que esta protesta hecha en un mes o hace dos meses, habría causado un efecto similar hacia quienes está dirigida, pero sin perjudicar a los propios agricultores, comercializadores y transportistas.
Mucho me temo que los culpables de todo esto, aquellos ante quienes se protesta, el gobierno de España, las autoridades europeas y, en general, las instituciones que no han parado desde hace años de atacar al sistema productivo, ponérselo difícil y abocarlo a la ruina, no van a sufrir apenas las consecuencias.
Y estoy convencido de que ésta ha de ser la gran reflexión: hay que montar un sistema de protestas y movilizaciones que repercuta precisamente en aquellos que son los culpables de esta sensación de catástrofe que, ahora sí, estamos percibiendo todos en estos días.
Seguramente, ese sistema haya podido ver puesta, en estos días, su primera piedra. Pero que nadie dude que la siguiente no se pondrá si, una vez que pase la tormenta, se consigan o no algunas de las reivindicaciones, volvemos todos al miedo a hablar, a lo políticamente correcto y a comer tanta y tanta bazofia ideológica, climática, ecológica y política de la izquierda.
Mi ilusión, acaso algo utópica, es que quien produce, trabaja, crea valor y empleo y da aire al sistema, haya perdido de una vez por todas el miedo a decir las cosas claras.
