VÍDEO BLOG #MIEDODEQUÉ?, por Víctor J. Hernández Bru.
Puede que haya a quien le extrañe que Adriana Lastra no tenga absolutamente ningún problema en demostrar cuál es su nivel cultural e intelectual. A mí, desde luego, en absoluto.
Aún recuerdo aquella entrevista en la que un ‘periodista amigo’ como Jesús Cintora, inocente él de lo que significaba en realidad la pregunta, y picado en la curiosidad sobre aquello que decía Lastra, “yo empecé a trabajar con quince años”, le respondió inquiriéndole: “¿Y en qué ha trabajado?”, ignorando que acababa de abrir el cajón de mierda, que le había nombrado la bicha, la soga en casa del ahorcado a una persona que jamás ha hecho nada mínimamente productivo en toda su vida, fuera de la política; ni dentro, claro.
Adriana Lastra es lo que podríamos denominar una ‘ni-ni’; una persona que ni ha estudiado ni ha trabajado en la vida en nada que haya aportado valor alguno a nada ni a nadie; una persona con un nivel cultural ínfimo, que no sabe absolutamente nada sobre nada que sea importante conocer en un político: que ignora la historia de su país y la historia en general, que no sabe de números, ni de leyes, ni de empresas, ni ha leído a los más imprescindibles clásicos ni, por supuesto, tiene curiosidad alguna por aprender, por la sencilla razón de que, a pesar de todo, cree que ya sabe lo que necesita.
Es por ello que no me extraña en absoluto que, en un mitin, se haya unido al coro de analfabetos al grito de “podemos llamarlos extrema derecha, pero lo que son es fascistas”, mientras los estómagos agradecidos que van a estos sitios a dejarse las huellas dactilares aplaudiendo, enardecían la muestra de incultura de su triste líder.
Adriana Lastra no tiene empacho, le importa un pepino demostrar que no sabe nada de historia, que desconoce lo que fue el fascismo, cuáles fueron sus terroríficas políticas y cuáles eran sus postulados ideológicos (incluyendo como cimiento principal el fomento de un estado fuerte frente al individuo y la empresa, justo lo que propugna el partido de Lastra).
Lastra ha llegado todo lo alto que puede llegar uno sosteniendo un analfabetismo pragmático de tal calibre. Insisto, siendo así, teniendo ese currículo y ese nivel intelectual, a quién va a sorprender que no tenga problemas en demostrarlo.
Lo que sí me extraña es que sigamos viviendo en un país en el que personas como ésta puedan llegar a ser lo que es Adriana Lastra, habiendo por ahí gente que sabe leer y escribir.
