VÍDEO BLOG #Miedodequé?: Euromojón, por Víctor J. Hernández Bru.
Nunca he sido muy del concurso de Eurovisión. Lo reconozco. Tampoco sabría explicar muy bien la razón, pero el caso es que no me recuerdo a mí mismo pegado a la tele contando votos y esperando a ver si nuestro representante era capaz de mejorar la actuación del año anterior.
Sin embargo, sí me da para reconocer que por el foro musical eurovisivo han pasado grandes artistas, me refiero ahora a los españoles. Incluso me acuerdo de que, en los arranques del invento de Operación Triunfo, aquella generación de los Bisbal, Rosa, Bustamante, Nuria Fergó y compañía sí presté algo más de atención.
Es por ello que tampoco ando ahora rasgándome demasiado las vestiduras con la vergüenza y el lodazal en la que la politización de la izquierda, su poderío colonizador de todo tipo de ámbitos, han convertido a esta cita musical.
Eso sí, no deja de parecerme un gran fracaso de la vieja Europa, de la Europa de Kant y Aristóteles, de Sartre y de Galileo, de Copérnico y de Maquiavelo, de Rousseau y de Montesquieu, de Webbre y de Tomás de Aquino, el que ahora una cita para verificar qué autor y de qué país es el que mejor lo ha hecho, haya terminado siendo un muestrario de fantoches repugnantes y un foro de manipulación de cerebros menguados, donde el socialismo y el comunismo nos marcan cada año las tendencias en cuanto a degradación moral y social de la persona.
Este año, el tema estrella era el antisemitismo, que experimenta un poderoso repunte en Europa de la mano de esa izquierda amiga de las organizaciones terroristas islámicas. Se trataba de llevar a unos miles de tarados manipulados a las puertas para protestar y de silbar dentro para tratar de amedrentar a la representante israelí que, por otro lado, seguramente sea la mejor artista de todas las que se subieron al escenario.
Eso sí, como quiera que la organización se dotó hace tiempo de eso que llaman el ‘tele-voto’, la jugada les ha salido rana este año, puesto que el voto de los espectadores ha sido afín, en general, a la cantante de Israel y, en particular, el voto de los españoles, que le han dado un bofetón al antisemitismo de Pedro I El Falso-Pedro Chapote en entorno musical.
Pero además, la edición de este año ha servido para que las diferentes televisiones, que son las que representan a cada país, hayan puesto en el escenario, en una parte importante de los casos, a unos fantoches espeluznantes que desde luego no representan a nuestra sociedad, pero que sí tratan de crear la moda para que pronto se conviertan en habituales.
De hecho, lo que más se ha destacado sobre el ganador del concurso, por supuesto que muy por encima de su capacidad artística, es que es uno de ésos llamados ‘no binario’, es decir, que no se siente ni hombre ni mujer, como si a alguien le importara qué demonios se siente el tipejo ése, que quiera o no quiera, es y será lo que su entrepierna diga que es, mal que le pese.
Por parte española, la híper-politizada TVE mandó al concurso a otra tipeja, llamada Nebulossa, así como dos eses, porque la gramática la tiene también bastante nebulosa, con una canción llamada Zorra que nunca habría pasado los filtros de ser interpretada por un hombre y no por una mujer; y acompañada por dos repulsivos osos peludos y gordonchos, disfrazados de puta de burdel barato haciendo el moña sobre el escenario.
Yo, sinceramente, esa misma noche salí inmediatamente a la calle a dar una vuelta y la buena noticia es que no encontré nada ni siquiera parecido ni al tontopollas del ‘no binario’ ni a los osos de encaje. Aliviado, me volví a la cama a intentar olvidar las inquietantes imágenes que había visto en la caja tonta. A olvidar el trance, hasta la próxima edición de Euromojón.
