VÍDEO BLOG #Miedodequé?: Pedro I El Falso miente para explicar que no miente: Suárez jamás dijo que no legalizaría el PC, por Víctor J. Hernández Bru.
De toda la inabarcable e inagotable lista de mentiras que Pedro I El Falso nos ha contado desde que es presidente hace cinco años, incluyendo incluso las que nos había contado antes, a nosotros y a sus compañeros de partido, sin duda la peor, la más miserable, la más repugnante, no por la trascendencia sino por las implicaciones, es una de las varias que soltó el pasado martes en el programa El Hormiguero.
El tipejo de La Moncloa, el tipo más engreído que ha dado a luz una madre en el último siglo en este país, usó la absurda e incomprensible táctica de mentir para intentar demostrar que él no miente. Que Pedro I El Falso es un mentiroso compulsivo es una verdad que ya no discute nadie en privado y que sólo ponen en solfa sus más adictos sobadores de lomo en público.
Pero el ególatra, la víctima del cesarismo más profundo jamás entiende ni puede entender que esté haciendo algo mal, más que nada porque lleva un largo período de tiempo escuchando sólo a los pelotas redomados que hay a su alrededor, que tan sólo tienen palabras para loar su belleza, su extraordinaria capacidad de gestión, su infinita bondad y, por supuesto, su inquebrantable veracidad.
Por tanto, ya es tarde, a estas alturas es imposible convencer a El Falso de lo mentiroso que es y de que sí, efectivamente, cuando uno no sólo deja de hacer lo que había dicho que iba a hacer sino que se dedica a hacer lo contrario de lo que había dicho que no iba a hacer, lo que está haciendo, lo que todo el mundo tiene claro que está haciendo, lo que hasta los menos aventajados alumnos del parvulario comprenden que está haciendo, lo que el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española refleja que está haciendo es MENTIR, pero mentir con las seis letras que comprende este incontrovertible y nada ambiguo término.
Pero mentir es una cosa y ser un tipo miserable, abyecto, repugnante e irrespetuoso con las mentiras incluso hasta las referidas a los muertos es otra. Porque cuando El Falso se preguntó retóricamente (porque al presentador no le preguntó, puesto que para él estaba de adorno) si había mentido Felipe González cuando dijo que no entraríamos en la OTAN y luego convocó un referéndum es una pregunta absurda, se estaba respondiendo a sí mismo, porque en la propia pregunta estaba la respuesta: sí, mintió; como miente habitualmente el socialismo.
Pero cuando se preguntó, provocador, irrespetuoso, con ese punto de miseria humana que siempre le acompaña, si Suárez, ya fallecido, mintió cuando dijo que no iba a legalizar el Partido Comunista y luego sí se ilegalizó, lo que hizo El Falso fue volver a mentir, volver a su esencia, a la materia que lleva adosada a su ADN.
Porque Suárez jamás se comprometió a no legalizar el PC. Cierto es que, en esos días, lo que flotaba en el ambiente no era una legalización de los comunistas, prohibidos durante el franquismo, pero él jamás hizo esas afirmaciones.
Es, como digo, la más pura esencia de la mentira: mentir para explicar que uno no miente, pero con la desvergüenza de hacerlo acerca de alguien que, amén de haber sido el mejor presidente del actual período democrático, ya no está con nosotros para defenderse de las mentiras de un señor al que, por suerte, ya le van quedando pocas que contarnos, al menos como presidente del gobierno.
