VÍDEOBLOG #MIEDODEQUÉ?, por Víctor J. Hernández Bru.
Intrigado por el razonamiento que llevó a Juan José Bonilla, concejal y portavoz de Vox en el Ayuntamiento de El Ejido, para manifestar, en el transcurso del pleno municipal del pasado lunes, aquello de que “en tiempo de rojos, hambre y piojos”, ayer tuve la ocasión de entrevistarlo por vez primera aquí, en Es La Mañana Almería de Es Radio.
Sinceramente, pensaba que Bonilla iba a reconocer lo inoportuno de su aseveración y a justificar el fondo de la misma, que es discutible si se atiende a una metáfora referida a asuntos económicos; quiero decir que, si aquello de “hambre y piojos” se encaja como un símil sobre los malos resultados económicos que han cosechado los gobiernos de izquierdas en este país en el último siglo, uno podría estar de acuerdo en el fondo, aunque no en la forma.
Sin embargo, Bonilla no dirigió su razonamiento por tales derroteros y, al contrario, se limitó a aducir que utilizó la frase de marras porque él había recibido insultos, al ser calificado como machista y representante de la extrema derecha desde las filas socialistas.
Bajo mi punto de vista, tan impresentable es calificar de machista a Bonilla en un pleno como la respuesta de éste a los socialistas, pero hay un matiz importante, una diferencia: y es que Juan José Bonilla y Vox están sometidos a la minuciosa vigilancia, al estilo de un preciso relojero suizo, por quienes quieren trasladar de ellos una imagen de vándalos fascistas, de criminales contra la democracia, de franquistas irredentos.
No dejaré de repetir que tal imagen es absolutamente falsa, pero con comportamientos tan infantiles como el del pasado lunes, entrando al trapo de quienes provocaron la situación con insultos como fascistas y machistas, Bonilla no sólo no le hace ningún favor a su partido, sino que colabora de manera impenitente al juego al que quieren jugar sus oponentes.
Siempre se ha dicho que la izquierda tiene infinitamente mayor habilidad para la comunicación que la derecha. Este aserto, para mí rotundamente acertado, cobra un significado especialmente preclaro en casos como el del amigo Juan José Bonilla, al que alguien debe hacer un esfuerzo importante por tamizar su natural espontaneidad, so pena de convertirlo en un certero captador de votos… para sus rivales.
