VÍDEOBLOG #MIEDODEQUÉ?, por Víctor J. Hernández Bru.
No es la primera ni va a ser la última. Lo que ocurre es que hay quien no se percata hasta que no lo sufre en sus propias carnes.
Ayer, el alcalde de El Ejido se cansó de decir que el Ayuntamiento no está pensando en abandonar el sistema de protección de mujeres contra la violencia de género, pero el runrún mediático y los políticos entregados a la invención de fake news no han cesado en su ataque.
Como adalid, Carmen Calvo, esa vicepresidenta del gobierno cuyo currículo no soportaría un proceso de selección en ninguna empresa ni para ningún puesto de más o menos responsabilidad, afirmaba que es “un paso atrás”. Poco le importa a la señora Calvo que el alcalde ya haya dicho que no se van a ir del protocolo Viogen; hasta ahí podíamos llegar: no va a permitir que el alcalde le estropee una nueva invención.
El primer edil ejidense se esforzaba, tras reunirse con su equipo de gobierno, aclaraba con total rotundidad que no ha manejado en ningún momento la posibilidad de dejar desamparadas a las mujeres víctimas de violencia, sino que simplemente ha reunido a la comisión técnica para, de manera temporal, hacer que esas labores recaigan sobre la Guardia Civil y la Policía Nacional.
El motivo es la situación precaria del cuerpo de Policía Local, con una gran cantidad de bajas y puestos sin cubrir que, en realidad, es lo que realmente pone en riesgo el correcto ejercicio de esa protección Viogen; aunque tras todo esto también subyace un enfrentamiento ya legendario entre ese cuerpo y el consistorio; insisto, no de ahora, sino de hace muchos años.
¿Qué subyace tras todo esto? Cualquiera, cualquier párvulo intelectual podría concluir que lo que realmente pasa es que se ha aprovechado un movimiento que nada tiene que ver con la desprotección de las víctimas sino que es todo lo contrario, una medida para garantizar su proyección, para volver, una vez más, a tratar de dañar la imagen de cualquier institución en la que Vox tenga algún protagonismo y teñir su imagen de ataque contra la mujer. Un procedimiento tan zafio como infantil que, pese a la endeblez intelectual de la señora ministra, no ha conseguido engañar a casi nadie.
