VÍDEOBLOG #MIEDODEQUÉ?, por Víctor J. Hernández Bru.
El feminazismo militante, ése que defiende que yo no puedo disfrutar de la custodia de mi hija porque soy su padre y no su madre; ése que cree que la mejor manera de luchar contra los asesinatos de mujeres a manos de hombres es privar de la presunción de inocencia a todo hombre y obligarle a demostrar que no es culpable, si no quiere terminar en el calabozo; ése por cuya cabeza pelean ese esperpento llamado Unidas Podemos y el actual Partido Socialista, con una Ley Integral de Violencia de Género claramente anticonstitucional, se echó ayer encima de Javier Ortega Smith, porque el representante de Vox sostuvo una pancarta que rezaba “La violencia no tiene género / Contra todo tipo de violencia intrafamiliar”.
Ver al payaso sin gracia, al cerebro rapado, al indigente intelectual Dani Mateo en la Sexta decir que quien no ve que la violencia tiene género está ciego no es algo que pueda sorprender a nadie; ni por el tipejo despreciable en cuestión, ni por la cadena, simulacro cómico de medio de comunicación y deshonra de todos los que nos consideramos periodistas.
Pero escuchar al presidente del Gobierno arremeter contra un rival político, al que sólo sabe dirigirse calificándolo de extrema derecha, sin reparar en que quizás es él quien está ubicado en la extrema izquierda, porque Ortega Smith, como su partido Vox, como otros partidos, como yo mismo, pensamos que la obligación de todo político, empezando por Pedro Sánchez, es luchar contra toda la violencia, porque son todos los que la sufren los que pagan su generoso sueldo y no sólo las víctimas que mejor le caen a él.
La violencia no tiene género, lo diga Agamenón o su porquero; lo diga Dani Mateo o Pedro Sánchez; lo diga quien lo diga. Pero además, decir que la violencia tiene género en un día como ayer, en el que conocimos la condena a prisión permanente revisable contra Ana Julia Quezada, una mujer, por haber asesinado fría y vilmente a Gabriel Cruz Ramírez, un niño, es de una vileza y de una desvergüenza que descalifica a uno para representa a cualquier ciudadano y a otro para siquiera hacer chistes a la puerta del metro.
Por fortuna, tras años de dictadura de género, hoy en día somos muchos los que decimos que la actual política de género, en la que afortunadamente ayer dijo que no cree el alcalde de Madrid, Martínez Almeida, es el instrumento que ha servido para fabricar un complejo y nauseabundo entramado de chiringuitos que han dado de comer a muchos estómagos agradecidos, a cambio de empujar, repito, de empujar a muchas mujeres a denunciar a sus parejas, bajo la promesa real de apropiase de sus bienes materiales. Y ojo que esto que digo no es opinión; es información ya afortunadamente contrastada, publicada y demostrada.
De fabricar ese entramado y también un generoso granero de votos interesados, ladrillo y cemento para construir el único edificio que persiguen los adalides de esta gran mentira del género: La Moncloa.
