VÍDEO BLOG #MIEDODEQUÉ?, por Víctor J. Hernández Bru.
No es la primera vez que lo digo esta semana: a mí me parece que en Almería faltan árboles, que tenemos una ciudad con poca sombra natural y eso redunda en que cueste trabajo encontrar grandes puntos de encuentro, que al sol, son menos de encuentro y más de paso.
También es cierto que me resulta curioso ver cómo quienes más defienden que se planten más árboles, son los que siempre claman por la sostenibilidad y el cambio climático, sin tener en cuenta que los árboles de sombra no son precisamente especies de clima desértico o semidesértico como el nuestro.
Más allá de esas habituales contradicciones de determinados colectivos, la verdad es que me ha llamado la atención la polémica sobre el diseño y los árboles de la Plaza Vieja. Entrar en debates estéticos me parece francamente estéril, porque un debate deja de serlo cuando de lo que se trata es de lo que le gusta más a cada uno: ahí no hay reglas, no hay razón en ninguno de los bandos.
Por supuesto que me gustaría una Plaza Vieja con árboles, pero tampoco puedo decir nada malo del diseño que he visto, salido del Área de Urbanismo del Ayuntamiento. Es más, es una plaza mucho más al estilo de lo que vienen siendo las plazas mayores: diáfana y resaltando la arquitectura circundante.
Pero repito: estas líneas no pretenden ahondar en el falso debate estético, sino más bien poner el foco en la falta de respeto a la voluntad popular. Porque vivimos en una democracia representativa, en la que cada cuatro años le concedemos nuestra representación a unos señores que, a cambio de un sueldo, en algunos casos escaso y en otros inmerecido, según méritos, han de tomar decisiones.
Y claro, pretender que el diseño de la Plaza Vieja, de las obras de Artés de Arcos o de la Calle Santiago, de la peatonalización de las Cuatro Calles o del edificio de Urbanismo guste a todo el mundo es un absurdo. Como lo es, igualmente, el que aquellos a los que no les gusta alguno de esos u otros diseños pretendan paralizar las obras y que la ciudad se haga según sus cánones estéticos o de otro tipo.
En este sentido, ciertamente no entiendo al Ayuntamiento de Almería y la dilación que ha dejado que se produzca, por no atajar el problema de una manera decidida y explicar a los protestantes, aquellos que fueron capaces de llenar un cuarto de la Plaza Vieja en su concentración más multitudinaria, que para gustos los colores y que es el equipo de gobierno municipal el que tiene que tomar decisiones de este tipo, que para eso se les ha votado.
A veces es la tibieza y la falta de resolución la que termina perjudicando a la ciudadanía, que por cierto, está mayoritariamente hasta el gorro de ver cómo no se termina la obra de la Plaza Vieja de una puñetera vez.
