VÍDEO BLOG #Miedodequé?: La España que ayer reflejó el Congreso, por Víctor J. Hernández Bru.
Lo mejor de la sesión de investidura de Pedro I El Falso-Pedro Chapote es que su comportamiento desde el atril, el comportamiento de su grupo político, el comportamiento de esa ‘mantera’ de cuarta división que ha colocado como presidente del Congreso de los Diputados, no han sorprendido a nadie.
Sobre la tribuna de la sede de la soberanía popular, el tipo que hace dos meses afirmaba con su chulesca rotundidad que la amnistía a los condenados por el proceso independentista catalán de 2018 era imposible porque no cabía en el marco constitucional lo defendió como herramienta indispensable para no sé qué concordia entre españoles, los mismos españoles a los que antes de las elecciones tranquilizaba (o al menos lo intentaba, porque hace tiempo que casi nadie cree en él) acerca de tan, entonces, imposible posibilidad.
Pedro Chapote subió a la tribuna para reírse de Feijoo, para reírse del PP y de Vox, para reírse de los españoles, para reírse de los votantes de estos partidos y también de los del PSOE que lo votaron pensando que esta vez, a diferencia de en 2018 y 2019, cumpliría su palabra (pobres ilusos) e incluso para reírse de los familiares de los políticos, como el hermano de Ayuso, que ni siquiera ha sido juzgado por las trolas que ayer vertía este adefesio político, e hasta para reírse de los muertos, como Manuel Fraga, ante el que hace 50 años habría temblado como el miserable que es: despectivo con quien no necesita y un perro sumiso y ridículo ante quienes ha de humillarse por sus votos, como lo hizo minutos después ante la portavoz de Juntos por Cataluña, que lo amenazó y consiguió que subiera arrastrándose a la tribuna para pedirle perdón y prometerle fidelidad eterna, al partido a cuyo líder prometió traer de vuelta a España para que fuera juzgado.
Enfrente vimos a un Feijoo sublime y un Abascal firme. El líder del PP es un político con mayúsculas, que además de haber demostrado su capacidad de gestión en Galicia, ahora está dejando la impronta de inteligencia política, valentía en la denuncia, sinceridad a la hora de poner de relevancia las mentiras perpetuas y permanentes de su oponente y agilidad para responderle ante sus chulerías y sus manipulaciones. En las elecciones de este año, sólo ha habido un ganador y ése es el PP de Núñez Feijoo. Y como éste dijo, Pedro I El Falso va a ser presidente porque prometió a los españoles que no haría cosas que ahora va a hacer, para satisfacer a partidos cuyos votantes jamás pensaron que terminarían apoyando su investidura; porque Feijoo, como dijo, ni se vende ni vende a los españoles. Eso, repito, como subrayó Feijoo, se puede llamar fraude electoral o se puede denominar corrupción política. Y en ambos casos se acierta.
Y luego estuvo Abascal: firme, serio, con constantes llamadas a la acción y, por supuesto, no arrugándose ante un ‘árbitro’, la presidente con pinta y comportamiento de ‘porrera’ de barrio, que quiso que retirara sus acusaciones de dictador y hitleriano a quien por supuesto que es esto y cosas peores. Paquita Armengol retiró esas palabras de Abascal del diario de sesiones, después de que Abascal lleve aguantando calificativos de extremo, fascista, franquista, machista y xenófobo por parte de esa repugnancia de presidente que tenemos. Por cierto, más tarde, Cuca Gamarra le pidió a la ‘mantera porreta’ que retirara también las palabras en las que el aspirante a CDR de mercadillo, Gabriel ‘el Rufián’, en las que acusaba sin pruebas a un juez de persecución política y prevaricación. Esa deshonra de presidente de la Cámara dijo que se lo pensaría.
Pues sí, ésta es la España que tenemos: en la que los políticos hacen lo contrario de lo que prometen no hacer, ganan las elecciones engañando a sus incautos votantes, pactan con prófugos y delincuentes y lo disfrazan de concordia (concordia con los delincuentes), la presidente del Congreso se pone la camiseta de los ultras radicales de su partido y el presidente del Gobierno se humilla ante las exigencias de grupos cuya única finalidad es la independencia de Cataluña y, por tanto, la ruptura de España. Sinceramente, enhorabuena a quienes, con sus votos, han permitido esto.