VÍDEO BLOG #Miedodequé?: Lo llaman lo políticamente correcto cuando podrían llamarlo la dictadura ideológica de la izquierda, por Víctor J. Hernández Bru.
Lo llaman ‘lo políticamente correcto’, pero esto también es un eufemismo más que ellos mismos se han inventado, como lo del ‘cambio climático’, la ‘violencia de género’ o ‘machista’ o el ‘sundriying’, término éste que hace un par de años apareció en nuestras vidas para describir un nuevo invento: el de tender la ropa para que se seque al sol.
Vivimos en un país en el que, a quién puede sorprender esto ya a estas alturas, todo lo que haga la izquierda tiene una explicación razonable y razonada, que le exime de culpa. Como ya he dicho mil veces, esto no se ha hecho en un día: esto es el fruto de un largo proceso de colonización pacífica y progresiva de todos los centros de poder, ante la parálisis de esa derecha pasmada que quedó en herencia tras la dictadura de Franco en este país, que como lo había tenido todo durante 40 años, olvidó la importancia de ganárselo.
En ese tiempo, la izquierda ha colonizado la Universidad, los medios de comunicación, las asociaciones de vecinos y las de amas de casa, los chiringuitos públicos varios, desde los de observación de la naturaleza hasta los del ‘flipaje’ colectivo a la luz de un buen petardo de ‘maría’; y por supuesto también los privados, que han proliferado como setas a la sombra de buenas subvenciones otorgadas por ellos mismos.
No nos hemos enterado, pero si echamos la vista atrás, vemos que han transformado nuestra sociedad, nuestra vida. Y además ni disimulan ni lo niegan. Lo llaman avances sociales, como el de que ahora tus hijos puedan cambiarse de sexo o tener descendencia sin tu consentimiento pese a ser menores de edad, el de ir por la calle en porretas una vez al año para reivindicar tu orgullo, que ciudadanos de otros países salten nuestras vallas y terminen cobrando subsidios salidos de nuestros impuestos como premio, que la Seguridad Social te abone el cambio de aparato genital pero no haga lo propio con las gafas de tus hijos; que los asesinos de tus padres ahora sean tratados como héroes en sus pueblos y acercados a las cárceles de tu tierra; o que en el Congreso nos gastemos la pasta que nos falta para llegar a fin de mes en que unos señores traduzcan los discursos de los diputados a unos idiomas que hablan solo parte de ellos, a pesar de que en los pasillos se comunican entre sí en la lengua común.
Lo llaman, repito, avances sociales y si tú te atreves a ponerlos en tela de juicio eres un facha, un fascista, un homófobo, un machista o un racista. Todo ello en un país en el que gastarse el dinero de los contribuyentes o de los parados en coca y putas o reunirse para ponerse como el Tío Tenazas en el confinamiento en un restaurante de lujo y terminar luego como el rosario de la Aurora en algún putiferio de alto standing no merece valoración alguna por los compañeros de partido de esos sujetos, pero darle un pico a una mujer en una celebración es un abuso sexual que le termina costando el cargo al tipejo, a pesar de que los jueces, los del Tribunal Administrativo del Deporte, no consideran que ello sea justo.
El otro día leí un informe de un grupo formado por decenas de expertos en la materia, en el que se negaba el cambio climático tal y como nos lo están vendiendo y se demostraba que los cambios climáticos han sido muchos a lo largo de los siglos. Si alguien se le ocurre secundar esa teoría científica, será ajusticiado al amanecer. Y si alguien afirma, como han afirmado algunos compañeros míos en la tele municipal hace unos días, que la violencia de género tal y como se ha estructurado en España es una injusticia y una trola politizada, sale la izquierda poniendo una denuncia y el Consejo Audiovisual de Andalucía, que también es la izquierda aunque en la comunidad gobierne la derecha, abriendo una investigación porque alguien se ha permitido el lujo de dar su opinión.
Insisto lo llaman ‘lo políticamente correcto’ porque ellos son así de finos, pero se entiende mejor ‘la puta dictadura ideológica de la izquierda’. ¿o no?
