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VÍDEO BLOG #Miedodequé?: Historia de una bofetada y esa mentira del pacifismo de la izquierda

VÍDEO BLOG #Miedodequé Historia de una bofetada

VÍDEO BLOG #Miedodequé?: Historia de una bofetada y esa mentira del pacifismo de la izquierda, por Víctor J. Hernández Bru.

A estas alturas, muchos ya conocéis la historia de la agresión que sufrí en la noche electoral por parte de la dirigente de Izquierda Unida, Amalia Román, en algunos ambientes conocida como ‘La Tanqueta Soviética’, mientras participaba en el programa de análisis de los resultados de los comicios. Un episodio que no es trascendente en el hecho físico en sí, que no fue más allá de una bofetada sin secuelas ni consecuencias; pero que representa a la perfección lo que es y lo que ha sido siempre la izquierda y su eterno convencimiento de que para ellos no hay normas, que tienen barra libre en todo.

Los partidos de izquierda llevan más de un siglo disfrazándose de máximos defensores de la libertad y los derechos de las personas, al tiempo que han plasmado siempre sus políticas a base de descarnados ataques a todo ello: fueron golpistas en 1931, sublevados en el 34, ladrones y asesinos en el 36, corruptos y chorizos en el 82, troleros y agresores de los derechos fundamentales en 2004 y todo eso junto y mucho más a partir de 2019.

Siempre disfrazados de pacifistas cuando no han dejado de protagonizar sublevaciones y anarquías violentas; de amantes de la libertad bajo un manto de constantes prohibiciones de todo; ángeles de la guardia con los necesitados a los que masacran con políticas antieconómicas; llorones que pasan el día quejándose cuando alguien los califica pero repartidores de carnés de fascista a troche y moche con nulo respeto a la gravedad del término que utilizan; y teóricos opositores de cualquier tipo de violencia, pero agresivos y agresores como la señora Román, que no duda en adjudicar calificativos como “maleducado”, “impresentable”, “machista” y “fascista” en cuanto se le lleva la contraria y en repartir mandobles cuando se le devuelven los insultos.

Amalia Román es un ejemplo sensacional de lo que es la política en la izquierda: gentes sin oficio ni beneficio, sin formación ni cultura ninguna, que llegan a la política en busca de las más cutres recompensas, desde mariscadas hasta viajes pagados, desde sueldecitos de político de cuarta hasta prebendas de la más baja estofa, mientras ocupan un sillón al que no dan absolutamente ninguna utilidad de cara al bien común, dejando pasar años sin aportar nada a la administración en la que teóricamente representan a la ciudadanía.

La discusión de la otra noche comenzó porque dije, y lo voy a seguir diciendo, que el ahora concejal electo de la patulea de extrema izquierda, conocido como ‘el señor Putillas’, se auto-adjudicó su propio apodo al publicar frases como “¿tengo yo cara de contratar putillas o violar a quinceañeras?” o “si quieres follar sin tener hijos, fóllate a tu cuñada y tendrás sobrinos”, amén de llamar fascista a la alcaldesa de Almería, a Moreno Bonilla y a Ayuso, sin ningún tipo de respeto por las víctimas del verdadero fascismo.

‘La Tanqueta’ reaccionó de la única manera que sabe: interrumpiendo, insultando, mostrando un fingido escándalo ante opiniones ajenas a las suyas y, acto seguido, con insultos y descalificaciones, luciendo su habitual ‘modus operandi’ de tratar de camuflar con gritos e intimidaciones su falta de argumentos y de cultura. El resto del episodio ya lo he reseñado antes: una tipa, que ha ocupado el noble e inmerecido puesto de representante de la ciudadanía, agrediendo en la cara a quien no es capaz de callar, tal y como está acostumbrada con otros, a base de gritos e insultos.

Una señora que hace siete años, cuando era concejal, protagonizaba una entrevista en La Voz de Almería (https://www.lavozdealmeria.com/noticia/12/almeria/118401/es-muy-duro-romper-con-la-violencia-pero-hay-que-luchar-por-ello) en la que alardeaba de haber sido víctima de violencia de género. A mí, tras verla en acción y recibir su agresión, ya denunciada ante la Policía Nacional, no me cabe duda de que la agresora es ella y que no es más que un ejemplo de esas mujeres que utilizan su condición de tal para denunciar a hombres a fin de obtener prebendas de la violencia de género; un prototipo de mujer, de persona de izquierdas, siempre presumiendo de lo que carece, siempre sacando pecho como virtud de sus peores defectos.

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