#VideoBlog #PaseoAbajo: Dedicado a los padres, por Juan Torrijos.
El pasado viernes estaba tomando en la barra de La Taberna Marinera unos vinos con tapas de almejas, brótolas, migas con sardinas. En una de las mesas de la calle había una pareja con dos hijos. El hombre, de unos treinta y tantos, alto, con gafas y barba, tenía una cuchara en las manos a la que asaltaba con ilusión el pequeño que se sentaba frente a él. Recordaba cuando hace tantos años, más de cuarenta, andaba uno con una cuchara parecida en la mano a la espera de que mi Moni acabara de comerse la papilla. Era una ilusión casi gritar: “La niña se lo ha comido todo.”
No hubo un grito parecido en esta ocasión en la puerta de la taberna, pero sí la satisfacción en la cara de un hombre que veía como su hijo había acabado con el plato de papilla. No llegó a ser una sonrisa, pero sí el gesto de una persona feliz, de un padre que acababa de alimentar a uno de sus retoños.
En estos tiempos en los que unos políticos apocados y acobardados del Psoe y del Pp se dejan llevar por unas acémilas que hace leyes en las que quieren y ponen en duda la labor de los padres, a los que se les llama no sé qué coño de no gestante, me gustaría resaltar que tengo muchos amigos a los que les reconozco el gran trabajo que han hecho como padres.
No sé qué clase de padres han tenido estas mujeres que andan en la pelea perenne contra todo lo que sea el hombre. Imagino que sus padres no se acercaron nunca a sus cunas a darles las buenas noches, nunca cogieron una cuchara para alimentarlas, jamás las llevaron a jugar al parque y solo recibieron de ellos gritos, palos, malos tratos en definitiva. No tuvieron suerte, hay que reconocerlo, si les tocó un padre de esos, pero no es el ejemplo dado por la gran mayoría de los padres que pueblan España.
Ayer era el día del padre. Sé que fue un invento de los grandes almacenes para vender más, pero una vez instituido, no podemos permitir que un movimiento desde algunos sectores sociales, con el silencio, el complejo y la cobardía de los políticos de siempre, pueda terminar con este día.
Con horas de retraso, las de todo un santo y dominguero día, me gustaría dejarles aquí mi enhorabuena a los padres. Queremos seguir siendo eso, padres. No queremos perder ese nombre, no queremos que vengan a decirnos que somos no sé qué coño de no gestante. Me encanta ver a un hombre dar de comer a su hijo, cuchara a cuchara, como ocurría en pasado viernes en la terraza de La Taberna Marinera. Ver a aquel crío abalanzarse a la cuchara que le tiende su padre, y la alegría de este cuando ve al tragón de su hijo disfrutar de ese momento.
Verlos crecer, ir haciéndose hombre o mujeres, padres y madres, que han visto el ejemplo de los suyos a lo largo de su infancia, su niñez y su juventud.
¿Hay algo más hermoso que se padre? Me cuesta trabajo creerlo.
