#Blog #AlmeríaNoticias.es: ‘A propósito del cáncer’, por Carmen López.
Recientemente ha sido el Día Mundial del Cáncer de Mama y, aun estando de acuerdo en el fondo, creo que hay que hacer hincapié en algunos aspectos importantes. Es cierto que los tratamientos han mejorado y que la investigación avanza casi a diario para lograr mejores resultados con menos efectos secundarios. Esto es aplicable a la inmensa mayoría de los tumores; pero, por desgracia, también tienen algo en común: es importantísima la rápida detección del cáncer para que las posibilidades de éxito sean mayores. El cáncer de mama es, seguramente, de los que más vigilados están, porque hay mayor concienciación –también temor- por parte de las mujeres de la importancia de las revisiones y la autoexploración.
Sin embargo, hay otros silenciosos cánceres –porque el cáncer no es uno, sino muchos- cuyos diagnósticos a veces llevan demasiado tiempo. Los médicos de atención primaria no están muy por la labor de derivar pacientes a los especialistas, a no ser que vean la cosa muy negra. Eso supone, en muchos casos, la vida o la muerte si detrás de tu malestar lo que hay es un cáncer.
Conozco muy de cerca un caso de una mujer a la que tuvieron ocho meses -¡Ocho!- dando tumbos del médico de cabecera a Urgencias y de Urgencias al médico de cabecera.
Tenía un dolor constante en la parte baja del vientre, en el lado izquierdo. Cada vez que acudía al médico le decían que era estreñimiento, le ponían o recetaban enemas y le pinchaban algo para el dolor; después, a casa. Al día siguiente, lo mismo. Así ocho meses. Todo eso sucedía sin que le hicieran más prueba que una radiografía abdominal. El cansancio de esta mujer era tal, que dar un paso ya le suponía un mundo. Llegó a creer que se estaba volviendo loca e, incluso, que su dolor era producto de su cabeza y no de su cuerpo. El tiempo transcurría y todo era igual. Un bucle del que parecía imposible salir.
Uno de los días que acudió a Urgencias, la atendió una médica joven, que escuchó con atención todo lo que esta mujer le contaba. La tumbó en la camilla y miró con atención una barriga tan inflamada que no parecía de ella. Después de un buen rato en la consulta, esta profesional decidió hacerle un estudio profundo para descartar distintas cosas. La paciente pasó la noche entera en el hospital, le hicieron numerosas pruebas y por fin vieron algo que les llamó la atención: líquido libre en la zona del peritoneo. Los médicos y radiólogos implicados hablaban entre ellos y cuchicheaban delante de ella. Finalmente decidían ingresarla en la planta de Ginecología para, a la mañana siguiente, hacerle una laparoscopia diagnóstica. Cuál fue la sorpresa cuando descubrieron que estaba invadida, que el cáncer había hecho de las suyas y que había poco que hacer ya por ella. Cáncer de ovario, con extensión en todo el peritoneo. Estadio 4. “Si alguien le hubiera hecho caso durante esos ocho meses perdidos”, pensaba ella…
Lo que vino después es lo de menos. Lo que sí hay que tener muy claro es que tratándose del cáncer, el tiempo es oro. Pacientes y médicos han de estar concienciados con ello y no escatimar para hacer un diagnóstico acertado y adecuado. Lo que está en juego son vidas, nadie puede perder eso de vista.
Los oncólogos se quejan de que, por desgracia, en muchos casos, cuando el paciente llega a su consulta ya es demasiado tarde. Han tardado tanto en dar con el cáncer, que ya poco pueden hacer. Esto hay que remediarlo.
