VÍDEO BLOG #Miedodequé?: Los progres ya están en campaña, confundiendo sus gustos con la estética y resucitando estupideces como la del Toblerone, por Víctor J. Hernández Bru.
Si faltaba alguna prueba para certificar que la izquierda ya está de campaña electoral, aunque ni siquiera sea capaz de designar candidatos, mientras la derecha duerme confiada a ver si es posible que la tortuga adelante a su liebre demoscópica en la recta final, las páginas de La Voz de Almería han presentado esta semana la prueba definitiva.
Estaba tardando en salir alguno de esos gurús civiles de la izquierda, eternamente disfrazados de imparciales representantes del pensamiento ciudadano pero abonados al PSOE desde que el mundo es mundo, blandiendo alguno de los estúpidos debates que no interesan a nadie más que a los propios interesados en dar lustre a su olvidada figura o en aspirar a algún carguillo en el próximo mandato o legislatura.
El tipo en cuestión es Gerardo Roger, arquitecto urbanista llegado de Valencia a la Almería de los 80, al calor del poder y el dinero emanado del Ayuntamiento y otras instituciones como la Junta, para diseñar una ciudad que, como todo el mundo sabe, creció en esa década convertida en un dechado de orden, urbanidad y estética, nótese la ironía.
El tipo ha publicado en La Voz un artículo muy celebrado por la progresía ‘rogelia’ (nunca mejor traído que ahora lo de “en tiempos de rojos, hambre y piojos”, convertido ahora en el modernizado lema que refleja la actualidad de nuestro país en tiempos de Pedro I El Falso), cuyo título acumula el gran mérito de presentar ninguna falta lingüística, ‘El Toblerone: una frustración urbana insostenible’; no así como el subtíbulo, que reza ‘La imagen de los bloques edificados desfiguran (sic) gravemente el singular entorno de la estación; ignorando que el sujeto de tal oración es ‘La imagen’ y no ‘los bloques’, que actúa como complemento del nombre; y que, por tanto, el verbo debe ir en singular y no en plural.
Hasta ayer, no había oído hablar demasiado del tal Roger, pero una de las ventajas de compartir #TertuliaSinComplejos con tipos de la talla intelectual y de la experiencia de Alfredo Martínez Almécija, Jorge Molina y Antonio Felipe Rubio es que uno obtiene sobrada y fehaciente información sobre cualquier ser vivo o acontecimiento de los últimos 50 años en la ciudad.
Resulta que el tipo es el autor intelectual y administrativo de ese dechado de virtudes urbanísticas que es el Polígono La Celulosa, donde conviven como si de una comuna hippy se tratara viviendas, naves industriales, alhóndigas de verdura, oficinas y establecimientos de restauración. Escribir no sabe, el buen señor, pero parece que planificar urbanísticamente tampoco es lo suyo.
Lo que más me llama la atención de estos ‘gurús’ de la izquierda, siempre en posesión de la verdad absoluta bajo el inquebrantable e incuestionable axioma de “es que yo soy progresista” (José Carlos Tejada dixit; esta vez sin Pixie), es su capacidad para, por un lado, confundir sus gustos particulares con alguna suerte de incontrovertible canon de belleza; y, por otro, su afán de politizarlo todo.
Un poco menos me sorprende que alguien que presume de formación arquitectónica y cierta exquisitez estética, prefiera que, por detrás del perfil de la Estación del Ferrocarril, en lugar de sobresalir dos bellos y modernos edificios, lo hagan los picos de una herrumbrosa y cochambrosa nave industrial, tal y como puede verse en la imagen que ilustra estas líneas, a la que nadie ha otorgado absolutamente ningún valor durante décadas, hasta que fue derribada.
Bueno, del hecho de que un tipo tan teóricamente formado en arquitectura no sepa que en todas las ciudades del mundo conviven en cercanía y sin drama alguno edificios altos con elementos de la arquitectura histórica, de eso ya ni hablamos.
