Radioblog #PaseoAbajo, «¡Hay otro mundo en el que solo viven los políticos!», por Juan Torrijos.
Cada cierto tiempo los medios de comunicación, no todos ciertamente, se hacen eco de lo que pagan nuestros representantes en el Congreso de los Diputados (el defendido por leones de los ciudadanos) por desayunar, comer o tomar una cerveza. Tras comprobar lo que estos diputados abonan por las viandas que disfrutan, uno llega a la conclusión de que es cierto, existen dos mundos, el de los ciudadanos de a pie, en el que vivimos usted y yo, y el otro, el Matrix que se han montado los políticos con el dinero de nuestros impuestos.
Y no estamos hablando de trabajadores que cobren mil y pico, o funcionarios que lleguen a los dos mil, son los privilegiados hombres y mujeres que tienen un mínimo de cuatro mil al mes y que encima de una parte de esos emolumentos no pagan impuestos a Hacienda. Cómo lo están leyendo, una parte de los dineros que nos sacan del bolsillo encima están exentos de pagar IRPF. Se lo montan como nadie. Son unos cracs.
Y nosotros callados, y nosotros votándoles.
Ellos son unos carotas, no hay duda, pero nosotros somos unos imbéciles de mucho cuidao.
Viajes gratis por medio mundo a costa del trabajo y madrugones de media España, dietas astronómicas y gasto para la vivienda en la capital del reino o en el de la comunidad. Se entiende que se maten (políticamente hablando) por estar en el senado, en el congreso de los diputados o en cualquier parlamento autonómico. Y es que no podemos olvidar que los chicos y chicas de las autonomías han copiado los buenos emolumentos de los de Madrid, y en algunas incluso los han aumentado.
Que sí, que son unos carotas, no hay duda, pero nosotros unos imbéciles de tomo y lomo.
Café con leche y media tostada viene costando en una cafetería normal de cualquier ciudad media de nuestro país entre los dos veinte, dos cincuenta, tres euros. En la cafetería del congreso nuestros padres y nuestra madres de la patria pagan “un euro quince céntimos” (1,15).
Usted puede ganar mil y pico y paga entre 2,20 o 2.50 por su desayuno, ellos se acercan a los cuatro mil, cuando no los superan, y pagan 1.15. Ganan tres o cuatro veces lo que nosotros y pagan la mitad, a veces menos.
Sigamos con los ejemplos de estos carotas y de los imbéciles que somos nosotros a la hora de votarles.
A usted no creo que le cueste menos de 10, 11 o 12 euros comer el simple menú en un restaurante de pueblo, carretera o barrio de la ciudad. Si es en la costa aumente hasta los 14 o los 15 euros mínimo.
Ellos. ¿Quiénes? Los carotas de nuestros políticos.
El menú en la cafetería del congreso tiene el precio de 4,5 euros. ¿Cómo se les ha quedado el cuerpo?
No sé lo que siente ustedes, pero yo siento un asco infinito, un profundo asco ante estos carotas que viven a nuestra costa cuando te enteras de las ventajas y galguerías que tienen sobre el resto de los mortales que no son políticos-carotas, pero que somos ciudadanos-imbéciles.
Y la cerveza bien fría, para los días de cansancio tras tanto trabajo como tienen nuestros diputados esperando la hora de pulsar el botón, y a veces hasta se equivocan, el precio que abonan es de 1.05 euros.
Y los seguimos votando, y los seguimos manteniendo, y los seguimos soportando.
¡Qué imbéciles somos!
