VÍDEO BLOG #Miedodequé?: No me sorprende, por Víctor J. Hernández Bru.
Antes de nada, una vez más, quiero agradecer los cientos de mensajes, las decenas de llamadas, las múltiples alusiones y recados de ánimo. He de decir que no me gusta deber favores y todo este lío está consiguiendo que le deba muchas a mucha gente. Así que tarea tengo, que ya sabéis que no soy de olvidarme de devolver lo que debo.
Gracias a los compañeros periodistas de Almería que en privado o en público utilizaron ayer un rato en mostrarme su apoyo, a los amigos, a los profes de Radio Marca, a quienes sin conocerme o conociéndonos poco me han mandado un recado a través de múltiples canales. De verdad, os lo agradezco más de lo que pensáis.
Y todo esto, a pesar de que os aseguro que todo esto no me va a hacer variar ni un átomo la fuerza con la que voy a seguir defendiendo mi labor, mi trabajo, la información y el derecho que todos vosotros tenéis a que os cuente libremente las cosas como yo creo que son, sin someterme a ningún tipo de presiones. En serio, ya os lo he dicho muchas veces: el día que no tenga fuerza para contar lo que creo que he de contar, me iré a mi casa; ni un minuto de paripé.
Y dicho esto, tengo que decir que todo esto no me ha sorprendido en absoluto. Cuando un señor trata de hacer todo lo posible para intimidar a un periodista para que no publique noticias que entiende que le perjudican, no es de extrañar que lo siguiente que haga sea inventarse algo tan ridículo como que yo soy racista; ni tampoco que me lo diga en la cara delante de cinco testigos directos y de una grada con miles de personas; ni que repita el insulto en una entrevista de periódico; ni, por supuesto, que posteriormente aparezca una pancarta colgada en un recinto deportivo municipal que gestiona el club que dirige ese señor.
Sinceramente, temo no haberme equivocado cuando detecté que estos señores que mandan en la UD Almería tienen un grave problema con las normas que rigen en este país, que no entienden bien lo que es la Constitución, la liberta de expresión, el derecho a la información ni, básicamente, lo que es una democracia. Y me temo que este episodio que he protagonizado de manera involuntaria (qué le vamos a hacer: me estoy acostumbrando a ser pionero en determinadas cosas, muy a mi pesar), no va a ser ni mucho menos el último, ni probablemente sea el primero en cuanto a este tipo de métodos de intimidación, para poder hacer lo que uno quiere hacer, por encima de todo, incluidas las normas más básicas.
Ante este tipo de comportamientos, hay muchas alternativas. Una es ser permeable a la intimidación y dejarlo pasar, ocultarlo, con lo cual uno se contribuye en cómplice de quienes creen que están por encima del bien y del mal. Sin duda la postura es más cómoda, pero siento tener que decir que, como sabéis, no va conmigo.
La otra es luchar: siempre dentro de las reglas del juego, con el máximo respeto a quienes no respetan a nada ni a nadie, par intentar que esto siga siendo un país democrático y libre de modus operandi del tipo que estamos relatando. Quienes me conocéis, creo que ya sabéis cuál es mi decisión. De nuevo gracias, queridos.
