Brasi: ese loco, profundo, afilado y romántico genio del doble lenguaje.
El cantautor almeriense deleitó a su público el viernes en La Guajira, con temas de su primer disco, algunos del segundo que está por salir y alguna versión ‘marca de la casa’.
El plan era difícilmente mejorable: noche del festivo San Juan en la capital, fresquito inusitado para la época del año y para la ola de calor recientemente erradicada, La Guajira como escenario, donde él se siente más cómodo; la Alcazaba mirando desde lo alto y un menú compuesto por los ‘dobles sentidos’ que se encadenan, uno tras otro, en los temas de Brasi, ese ‘genio loco’, afilado, profundo e ingenioso que crea metáforas y juegos de palabras a la endiablada velocidad de su cerebro.
Brasi tuvo para todo y para todos. Entre el publico su «reciente esposa» y su hijo de poco más de un año, que se llevaron sus respectivas raciones de dedicatorias, unas explícitas y claramente referidas, otras escondidas entre las letras de su arte y de sus temas, uno de ellos dedicado a su hijo, ‘Estaré’, en referencia a todos los momentos en los que a ese niño ya no le faltarán el humor, el arte y el cuidado de su padre, que no dejó de emocionar a los presentes.
Obviamente, no faltaron los temas más clásicos, los esperados por los incondicionales, los ‘Pateando la ciudad’, ‘Tonteando el terreno’ o ‘Rompiendo corazones’, combinados con temas nuevos como el ingenioso y plagado de metáforas ‘Paladar y regalar’ (no es chino, no) y con las versiones más singulares y propias de Fito y Fitipaldis, Leyva o El Canto del Loco.
Al fondo, la Alcazaba parecía no pestañear mientras Brasi iba jugando a su antojo con la lengua de Cervantes, como esa confiada y cercana amiga que es para él, buscándole los tres pies a cada gato musical, a cada rincón creativo, y los visitantes al monumento principal de la ciudad se detenían para contemplar absortos el espectáculo unos y para corear los temas del artista del gorro sabinero otros.
Brasi está en forma, la vida le sonríe y eso se nota en sus letras, en su música, en su ritmo y en su manera de mirar al público, con ese descaro que tienen los genios en general y los que esconden en bajo sus párpados ese reto tan atractivo que siempre luce ‘el Wity’.