VÍDEO BLOG #Miedodequé?: Un país a la deriva cuya ciudadanía por fin se ha dado cuenta de ello, por Víctor J. Hernández Bru.
Vivimos en un país en el que los ganaderos no pueden sacar la leche de sus vacas y la tienen que tirar, los agricultores no encuentran camiones para transportar sus cosechas y los pescadores han de amarrar la flota porque no hay transporte para sus capturas, gracias a una justísima huelga de la logística, por culpa de unos precios del combustible inasumibles y que además también tiene como consecuencia el desabastecimiento en muchos puntos de venta.
Vivimos en un país en el que tú estás pagando la luz a un precio cientos de euros más cara que nunca antes en su historia, en el que el gobierno te insta a poner la lavadora y planchar de madrugada para no arruinarte, en el que se han cerrado fábricas porque no les resulta sostenible producir al precio que pagan la energía.
Vivimos en un país en el que la gente del campo lleva meses, años, advirtiendo que así no pueden seguir, porque el descalabrado disparo del IPC, que en enero se fue al 6.2% y en febrero al 7.4%, y el aumento de los costes de producción, de las materias primas y de los costes laborales hacen inviable la continuidad del sector.
Este fin de semana, sólo en Madrid se ha manifestado más de un millón de personas, entre agricultores, camioneros y ciudadanos en general en diversas convocatorias, más quienes lo han hecho en el resto de provincias, incluida Almería.
¿Y cuáles son las consecuencias? Ya lo veis. Las consecuencias son ninguna. O mejor dicho, aquellas que sólo sirven para agravar el problema: el gobierno le ha tirado una piedra a Argelia, que hoy por hoy es nuestra única esperanza de recibir gas natural de manera más o menos normal; los sindicatos salen a la palestra para manifestar que están en contra de que se bajen los impuestos y ponen como excusa que ello desmontaría el Estado del Bienestar, cuando en realidad el único estado del bienestar que ello puede desmontar es el suyo propio; y la prensa abonada y subvencionada, con ese sinvergüenza que es Antonio Maestre, sale a defender al gobierno que paga sus sueldos, afirmando, como hizo ayer esta bazofia periodística, que la manifestación del campo era de señoritos montados a caballo mientras los inmigrantes quedaban trabajando bajo el plástico, demostrando que no sólo no ha pisado jamás una explotación agrícola almeriense, sino que tiene la cara mucho más dura que los propios políticos que le pagan.
A pesar de todo esto, soy optimista, porque no me cabe ninguna duda de que estos primeros meses de 2022 están constituyendo el principio del fin del régimen social-comunista porque, por fin, la ciudadanía ha reaccionado y ha terminado de convencerse de que el problema no es Franco, ni Putin, ni la extrema derecha, ni la memoria histórica ni la violencia de género; que el problema es que hoy vamos al supermercado y no hay tomate, no hay leche y no hay aceite, por la sencilla razón de que, al mando de la nave, no hay nadie; o lo que es peor, está un auténtico demente, un auténtico psicópata.
