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El triste paseo de UGT y CCOO por las calles de la ciudad

BLOG #PaseoAbajo: El triste paseo de UGT y CCOO por las calles de la ciudad por Juan Torrijos

Mantengo la teoría de que los ciudadanos vemos la sanidad pública según nos vaya en ella. Y en la parte que a mí me toca tengo que reconocer que, durante un tiempo, demasiado para el cuerpo, la pública me expulsó de sus brazos e hizo que me gastara un buen pico en la privada. No es el caso actual, y no solo durante el tiempo que el Pp lleva gestionando la andaluza. Hoy puedo hablar de una doctora que me hace sentir que estoy en las mejores manos, pero imagino que no todo el mundo se siente de igual manera.

Les cuento.

Mi amiga Yoli, no hace aún un mes, llamó al servicio médico de su pueblo, ribereño del río Andarax. Era un miércoles cualquiera del mes de enero. Le dieron cita para el martes siguientes, un semana después, no está mal, señor Aguirre. Su Paco se encontraba mal, tenía fiebre, dolor de huesos, frío en todo el cuerpo y demás síntomas de lo que parecía toda una gripe en su momento más álgido. Llegó el martes, llamó el médico a Yoli y le preguntó por su Paco.

 –Yolanda, ¿cómo está su marido?

Al estar contándoles a ustedes la historia vivida en un pueblo, entenderán que entre el médico y los vecinos hay contacto y confianza desde hace tiempo. De ahí el trato del doctor con mi amiga y vecina suya.

Yolanda le va desgranado al médico todos los síntomas que tenía su marido Paco cuando llamó a Salud Responde el miércoles de la semana anterior. Han leído bien, el miércoles de la semana anterior

–Y ahora, ¿cómo se encuentra Paco?

–Ahora ya está bien, doctor. Ya no le duele nada, no tiene fiebre y está trabajando.

–Muy bien, no te preocupes, Yolanda, tu Paco ha pasado el Covid durante esta semana, pero por lo que me dices ya está bien.

Yolanda colgó el teléfono, miró a su Paco que estaba a su lado, y se olvidaron del médico y del Covid. Me cuenta la historia mientras tomamos una copa de vino blanco Sulair (uno de los mejores que se elaboran en nuestra provincia), en uno de esos rincones que tiene el valle del Andarax almeriense.

A Yolanda el médico de su pueblo le receta las medicinas que necesita la familia, y mientras no se le presente un caso más grave, no tiene la impresión de que la sanidad que nos ofrece la administración, y por la que pagamos unos impuestos bastante altos, sea la peor sanidad posible. Pero sí nos deja a los demás la impresión de que los políticos ni se tomaron ni se toman en serio la sanidad de los ciudadanos en estos tiempos de pandemia, miedos, mascarillas y derechos abortados.

Lo lamentable es que durante más de treinta y ocho años los sindicatos Ugt y Ccoo no salieron a la calle a defender una sanidad de calidad, y lo hacen ahora cuando su credibilidad, la de los sindicatos, se mide por las subvenciones que reciben de los gobiernos que los controlan, los manejan y los guían en sus protestas. Con todo, ni setecientas personas estuvieron en las calles de la capital en defensa de una sanidad pública, no fueron capaces de convocar ni a los militantes de los sindicatos, tampoco a los de los partidos que les vienen subvencionando durante los últimos cuarenta años. Incluso faltaron algunos de los liberados que tienen partidos y sindicatos.

Es triste verlos pasear por las calles, con sus banderas y sus pancartas, ante la pasividad de unos ciudadanos que ya no creen en ellos, que solo piensan que son unos vendidos al mejor postor.

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