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BLOG #PaseoAbajo: ‘ Yo no le tengo miedo a las tetas, ¿y usted? ‘

BLOG #PaseoAbajo: ‘ Yo no le tengo miedo a las tetas, ¿y usted? ’, por Juan Torrijos.

Les reconozco que me encantan “las tetas”. Los ojos me hacen chirivías ante ellas. Sin importar el color que tengan o el tamaño que le acompañen. El que alguna mujer-ministra-por aquello de la cama nos venga a decir a estas alturas que les tenemos miedo a “las tetas” me parece una solemne memez, digna de una señora que no se siente feliz de las “mamas” que atesora su cuerpo, o de alguien a quien no le han cantado con alegría esos hermosos pechos que dan gloria a su cuerpo y vida a los “mamones” chiquillos que a sus “pezones” se agarran con el ímpetu y las fuerzas que dan las ganas de vivir.

Hace años, tantos que ya no me acuerdo, guardábamos debajo del colchón las revistas con algunas señoras ligeras de ropa, en las que unos “pechos” sobresalían (molonos ellos) en unos esculturales cuerpos. ¿Miedo? Era un furor, una alegría lo que entraba por el cuerpo ante aquellas hermosas “tetas” que nos traían las primeras revistas de destape que nos cambiábamos entre los amigos.

Aquellas noches, aquellas sábanas, aquellas revistas, aquellas “tetas”.

Será tonta esta ministra, pensar que le tenemos miedo a “las tetas”.

Las pequeñas y manejables, las que entran en el cuenco de la mano y las llamábamos de almendras; las medianas, de las que decíamos que eran como dos llamativos limones, y aquellas grandes y orondas, a las que los jóvenes de entonces les decíamos, y los viejitos de ahora también, ¡vaya par de melones!

Cómo nos puede venir una imbécil a decirnos a estas alturas que los hombres le tenemos miedo a “las tetas”. Cuando el destape llegó a nuestras playas, y con él la parte de arriba del bikini desapareció, los paseos por las orillas de aquellas playas se convirtieron en uno de los balcones más hermosos por las candorosas imágenes que nos ofrecían las mujeres con sus “senos”, sus “pechos”, sus “mamas”, sus “tetas” al aire, buscando el calor del sol, o los rayos de esos miles de ojos que se paseaban delante de ellas, admirados ante tanta belleza oculta y que ahora se les ofrecía con gracia y donosura.

Si la señora ministra en cuestión hubiera dicho que sentimos cierta envidia lo podría entender y compartir. Envidia de aquellos hombres que se sentaban al lado de semejante mujer, que disfrutaban de su amor y de todo lo que la vida al lado de ella le producía. Pero miedo…

¿Quién dijo miedo?

Está visto, no sirves para nada, y, Pedro Sánchez te hace ministro, ministra o ministre.

Qué tropa, Sánchez, qué tropa tienes mandando en España. Lo reitero ministra, no le tengo miedo a “las tetas”, más bien todo lo contrario, me siguen levantando el ánimo; me encantan todas, pero todas. No soy capaz de ponerle el más mínimo pero a ninguna.

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