VÍDEO BLOG #Miedodequé?: Congreso de los Diputados: del sainete al esperpento… y de ahí al vil pucherazo, por Víctor J. Hernández Bru.
Desde este jueves, en el Congreso, don Pedro Muñoz Seca es menos y Valle Inclán ha quedado a la altura del betún. El creador del sainete y el impulsor del esperpento como género literario han pasado a mejor vida, ante un Congreso de los Diputados donde se votaba la mal llamada reforma laboral, ese maquillaje torpe, cutre y descerebrado de la ley laboral que impulsó el PP con Rajoy y Báñez, que ya de por sí se quedaba corto en la creación de resortes para la creación de empleo, pero que sirvió para que un país en la ruina se colocase a la cabeza de Europa en crecimiento, tras la etapa negra del caos Zapatero.
Pero lo importante de ayer no es el tímido y a la par fraudulento y perjudicial texto que se quería imponer, ni que la votación saliese adelante por un voto de un diputado que votó lo que no quería, o que Ciudadanos volviese a quedar fuera de juego dándole su enésimo balón de oxígeno a un PSOE que no deja de reírse de él, o que UPN se haya cabreado porque sus dos diputados votasen lo que quiere el votante de UPN y no lo que pretendía el insidioso y patético presidente Esparza.
Por lo que pasará a la historia el pleno de este jueves en el Congreso es por el nuevo y decisivo paso hacia la república bananera, hacia el régimen bolivariano, donde las normas no tienen ninguna validez y donde los diputados encasillados hacen de su capa un sayo para que sus intenciones sean plasmadas en leyes, por encima de la voluntad popular, de las mayorías parlamentarias y de la propia ley.
Si a estas alturas Merichel Batet sigue siendo presidenta del Congreso, este país es y aun fraude comunista, se ha adentrado ya en el laberinto populista que fue en la Segunda República, porque la presidenta de la cámara baja se colocó la capa de heroína del fraude para impedir a un diputado del PP, que o bien se había equivocado en el voto o bien le había fallado el sistema de voto telemático, rectificara su voto tal y como dicta que ha de ser obligatorio para la máxima autoridad de las Cortes.
No diré que me extrañe, porque el rigor, la ley, la palabra, la honradez y el respeto a la legalidad han sido siempre cualidades ajenas al socialismo en particular y a la izquierda en general. No hará falta recordar que el período que con más orgullo blande la izquierda es una Segunda República que llegó gracias a la victoria de los partidos republicanos sólo en las grandes ciudades, habiendo perdido en la globalidad de las votaciones, y además en unas elecciones que no eran un plebiscito sobre el modelo de estado sino unos comicios municipales.
El fraude ha ido siempre, a lo largo de la historia, en el ADN del PSOE, aunque no siempre de una forma tan exagerada como en aquel período republicano o en el actual, donde los consejeros de la Junta enchufaban a sus esposas para que cobraran sin trabajar y la presidenta del Congreso se pasa las normas de votación por el forro de sus caprichos.
Ignoro cómo va a terminar este asunto, pero espero que PP y Vox lleguen hasta las últimas consecuencias en la depuración de responsabilidades, pero sobre todo en la destitución fulminante de una presidenta del Congreso que ha mancillado, sin duda en nombre de su partido, el buen nombre de esta cámara y de la democracia española en general.
