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VÍDEO BLOG #Miedodequé?: Carapolla… y caradura

VÍDEO BLOG #Miedodequé Carapolla… y caradura

VÍDEO BLOG #Miedodequé?: Carapolla… y caradura, por Víctor J. Hernández Bru.

Alberto Cubero es concejal de Zaragoza en Común en el ayuntamiento maño. Su geta es la misma que la que tendría el feo de los hermanos Calatrava chupando limones mientras se le acerca amistosamente un Vitorino de 700 kilos en canal. Alberto acude a los plenos ataviado con una camiseta de rayas que yo no me la pondría ni de pijama y con dos aros, uno por oreja, que ni siquiera le llegan para abrir bien tales órganos cuando de aprender educación se trata.

Sin embargo, el tipo, con una pinta de haber sido el tontaina de la clase, no tiene empacho en plantarse en el salón de plenos durante una sesión del conjunto de los ediles zaragozanos y llamar al alcalde de Madrid ‘carapolla’, usando un mote que ancla sus orígenes en la derrota electoral de Carmena ante José Luis Martínez Almeida, momento en el que desde uno de esos programas progres y casposos que habitan en el mundo gili-mediático de la izquierda, La Resistencia, de la Cadena Ser (bien podrían en la radio de Prisa ‘tirar de la Cadena’), algún iluminado con ínfulas de intelectual de cuarta denóminó así al primer edil madrileño.

Yo he tenido el placer de escuchar a alguien intentando explicarme que el mote de Almeida está bien tirado, que responde a no sé cuántos parámetros anatómicos del rostro del alcalde de la Villa y su similitud con no sé qué órgano humano. Sencillamente flipante. Flipante para mí, pero ese segmento de la giliprogresía patria se lo ha tragado (valga la expresión, hablando de lo que estamos hablando).

Es evidente que entre ese selecto grupo de graciosos con aspiraciones filosóficas y aspecto de tocador de flauta con perro a la puerta del mercado, está Alberto, que además echó mano de una pretendida ironía de parvulario, tratando de dejar ver que disimulaba que el insulto se le había escapado y culminando su teatrillo con un “lo siento, no se lo volveré a llamar aquí, sólo lo haré fuera de aquí”, en alusión a la sala plenaria.

Lo chulo (que dirían desde el Gobierno), lo bonito, y me van a perdonar la expresión, sería imaginar cómo se pondría don Alberto, cuál sería la reacción de la selecta giliprogresía, cómo responderían, qué sé yo, la ministra de Igualdad o la vicepresidenta de Empleo, el tocayo Garzón o el mismísimo Coletavirus, ya ‘ex’ coleta pero no virus, si alguien del PP, o de Vox, o incluso de Ciudadanos, denominase a alguna ilustre representante de sus partidos, por ejemplo, ‘caracoño’.

Hasta qué punto habríamos tenido ‘rodea el Congreso’, alerta antifascista, petición de dimisiones y drama nacional. Porque sí, amigos, la gran clave de la mercadotecnia política de este país reside en que la izquierda puede decir lo que le dé la gana, mientras la derecha debe aplaudir y andar con ojo no sea que moleste por existir. Ello explica que desde la zona zurda del espectro se pueda llamar ‘carapolla’ a un compañero en mitad de una sesión plenaria, o se quejen de Sanidad siendo el partido que ha dejado la andaluza en bancarrota, tras tres años de multiplicar las cifras de inversión por parte de la Junta; o de corrupción, el mismo día en que le ponen unos grilletes de siete años a un tipo que ha sido consejero tuyo. Lo dicho: ‘carapolla’… y ‘caradura’.

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