VÍDEO BLOG #Miedodequé?: Los hermanos Garzón… ministros del Aire, por Víctor J. Hernández Bru.
De pequeño, recuerdo que había un dicho popular en ambientes infantiles que decía aquello de “si los tontos volaran, fulanito sería ministro del Aire”. Llevo tiempo resistiéndome a aplicar tal dicho a algunos de los que sí, desgraciadamente, son ministros hoy por hoy en el desventurado Gobierno de España, aunque no precisamente del Aire.
No es nada fácil, sinceramente, calibrar, cifrar cuál de los integrantes de tal consejo de ministros se enfundaría tal frasecilla popular con mayor precisión, porque el nivel intelectual del ejecutivo da, como mucho, para algún ‘progresa adecuadamente’ en el trimestre del parvulario. En un gobierno en el que conviven, qué se yo, Irene Montero, Ione Belarra, ‘Marisú’ Montero, el ya extinto ministro de Universidades, el tal Castells y al que le ha sustituido Subirats o, por supuesto, Pedro I El Falso, el título de tonto del pueblo está más competido que el de mentiroso del año.
Pero pensándolo bien, yo creo que si obramos en justicia, la ‘cipotez’ máxima, la simpleza suprema en este grupo de ineficaces, inexpertos y nefastos gobernantes tiene que recaer, por mucho que nos empeñemos en cuestionarlo, en el ministrillo Alberto Garzón.
Seguramente Albertito encajaría con estallido de felicidad el día en que Pedro I El Falso le anunció que iba a ser ministro de Consumo, una ‘maría’ como la copa de un pino en un gobierno, pero que él recibió como una sensacional excusa para darse protagonismo. De un ministro de Consumo no se pueden esperar grandes cosas, acaso bastaría con que no estorbara demasiado, puesto que la mejor manera de incentivar el consumo parte de un buen ministerio de Economía y, desde el punto de vista de los consumidores, realmente la mejor defensa está siempre en los tribunales.
Pero Albertito no se resigna, es inasequible al desaliento y, desde ese día, ha tratado de darle lustre y brillo al cargo, que no al encargo, por la vía del continuo e impenitente disparate, convirtiéndose en el principal verdugo de todos los sectores productivos que ha podido.
A Albertito le parece deficiente el sector del Turismo en España, uno de los países líderes en este aspecto en todo el mundo; le molesta el sector del juego y ha legislado para cargárselo, a él y a toda la industria auxiliar que ha florecido a su alrededor; cree que la agricultura está basada en prácticas abusivas y racistas para con los trabajadores; que hay que recortar el sector de los dulces; que hay que estrangular a la hostelería; y la última hay sido atacar furibundamente a la ganadería y en un periódico de relevancia mundial como The Guardian.
Albertito, que ya dijo en su día que había que limitar el consumo de carne, ha adornado tal ‘gilipolluá’ con el matiz de que la carne española se exporta tras haber sido producida en mataderos donde se maltrata a los animales. Y todo ello sin haber pisado en su vida un matadero, como jamás ha sentido la curiosidad por saber cómo es por dentro un invernadero, un salón de juego o una fábrica de dulces, aunque, eso sí, en su boda sí sirvió un pantagruélico menú, sin miseria ni en las carnes ni en los dulces.
Sinceramente, con este nivel de despropósito, uno se pregunta quién es el listo de la familia, si éste o el otro hermano, el que proponía, por no decir que había ‘proponido’ (sic), como remedio a la crisis económica, fabricar más billetes. Raro es que éste no sea ministro también.
