BLOGElRompeolas: «ABRIR EL GRIFO Y LA GRIFA», por Jose Fernández.
Cuando estaba lejos de los micrófonos y de las máquinas de escribir, Churchill solía decir que la diplomacia consiste en saber mandar a alguien a la mierda de tal modo que te acabe preguntando cómo poder llegar. Esa virtud, que solo es posible alcanzar atendiendo las recomendaciones de los veteranos de las batallas de embajada y no rompiendo jamás los usos y protocolos de los rituales de cortejo entre las diferentes legaciones, es algo que siempre han despreciado los nuevos socialistas. Desde que llegó Zapatero y se negó a saludar a la bandera norteamericana en un desfile, las cosas han ido de mal en peor. Por alguna razón que se me escapa, los socialistas apostaron por la consigna y la pancarta como elementos reconocibles de nuestras relaciones exteriores y decidieron situar al frente de nuestra diplomacia a personajes sin fuste. La consecencia es que España ha ido devaluando su influencia y capacidad de generar respeto, que es la moneda de curso legal en la partida diplomática. Un ejemplo al margen: el primer Ministro de Exteriores de España que accedió a visitar ¡oficialmente! Gibraltar fue el socialista Miguel Angel Moratinos, ese gran amigo de Zapatero. Pero no nos desviemos.
La espiral de despropósitos parece no tocar fondo cuando hablamos del actual gobierno PSOE-Podemos. También en materia diplomática. La incomprensible desatención del presidente Sánchez a la frontera sur y a las siempre tensas relaciones con Marruecos no tiene precedente. Nuestros vecinos nos detestan y nos necesitan. Y viceversa. Para solucionar esas cosas están la diplomacia y el sentido común, que son factores que como digo ha despreciado desde el primer minuto el sedicente gobierno de Sánchez, que prefiere afrontar todas las situaciones con impostación, relato prefabricado y tuiterío. Y como no tuvo bastante con no ir a visitar en primer lugar al caprichoso y permanentemente ofendido monarca marroquí, decidió montar un operativo chapucero para ingresar y atender en un hospital de Logroño al líder del Frente Polisario, que es un pájaro de mucho cuidado que desprecia por igual a Marruecos y a España. Y como todo en nuestro vecino país gira en torno a la guerra que sostienen con el Polisario y como, además, los Estados Unidos han apoyado a Marruecos en esa guerra a cambio de la buena voluntad marroquí con Israel, el Comendador de los Creyentes se ha visto lo suficientemente fuerte como para mandar a miles de desgraciados a invadir Ceuta a nado. Que Alá se lo tenga presente en el futuro.
Y no es una crisis humanitaria, como dicen desde los medios más concernidos con el discurso políticamente correcto, que son casi todos. Es una auténtica invasión y un ataque desarmado a nuestra soberanía nacional. Y aunque haya quien se empeñe en seguir tocando la cítara, la propia embajadora de Marruecos ha tenido especial interés en dejar bien clarito que esa invasión es la respuesta oficial de su país a la acogida y tratamiento médico proporcionado por España al jefe de lo que para ellos es una banda terrorista y asesina. Parece ser que en el propio gobierno español se abrió un vivo debate sobre ese acogimiento y que desde Interior se desaconsejó porque sabían que los marroquíes acabarían enterándose (cómo no van a saberlo, si tienen espías hasta en las cofradías) y que su cabreo se traduciría en una descarada apertura del grifo y de la grifa.
Pero esto no es más que el principio. Marruecos sabe que el actual gobierno de España está hipotecado permanentemente por su propio discurso buenista y por esa infame carga que son sus apoyos separatistas, que desprecian y odian a España mucho más que el más exacerbado de los aduladores del rey marroquí. Lo del Circo del Sol va a ser una actuación de semáforo en comparación con los malabares que va a tener que hacer Sánchez para cumplir con su obligación constitucional de defender con todos los medios necesarios la integridad de nuestra soberanía, al tiempo que sigue sacando a pasear el racismo, la xenofobia y el fascismo cada vez que alguien habla de la inmigración ilegal a España.
¿Querías gobernar, Pedro? Ahí la llevas.
