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BLOG #ElRompeolas: «DESCONECTADOS DE LA REALIDAD »

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BLOG #ElRompeolas: «DESCONECTADOS DE LA REALIDAD», por Jose Fernández

Admito que mi conocimiento del continente africano se limita a haber visto muchas películas de Tarzán de niño y a bucear en “El corazón de las tinieblas” de Conrad cuando fui algo mayor. También he tenido que ver “Memorias de Africa” con un par de muchachas con las que me hablaba, aunque admito que nunca tuve gracia para lavarles el pelo en una palangana, como hacía Robert Redford a Maryl Streep. No hay comparación posible. Lo que también es incomparable, y aquí es donde quiero llegar, es que alguien como Begoña Gómez, la mujer del presidente Sánchez, -que sabe de Africa lo mismo que yo- pudiera ser nombrada directora de un chiringuito llamado “Africa Center”, que fue creado a medida después de la llegada de Sánchez a Moncloa para “impulsar la innovación, el liderazgo, el emprendimiento y los proyectos de acción social en el continente africano”. Ella sabe de Africa tanto como yo, pero ella es oficialmente experta en temas del continente negro, con perdón. Enhorabuena a los premiados.

Pero no nos desviemos. Del mismo modo que mis competencias en asuntos africanos son manifiestamente mejorables, mi nivel de información acerca del negocio de la restauración profesional viene a ser el mismo que sobre los sistemas informáticos: nivel usuario y punto. No se me ocurriría decir a ninguno de los excelentes profesionales del ramo que conozco y aprecio cómo deberían dirigir u orientar su negocio. Hasta ahí podríamos llegar. Pero en la permanente deconstrucción del decoro que aplica el actual gobierno, cualquier cosa es posible. De hecho, la mencionada señora Gómez, la que tiene la suerte de dormir cada noche junto a ese lucero del alba que brilla en Moncloa, no sólo ha sido agraciada con la dirección de ese gabinete de asuntos africanos, sino que también ha recibido por la cara una cátedra de Transformación Social en la Universidad Complutense de Madrid. De nuevo enhorabuena. Y en su condición de catedrática pret-a-porté puede acudir a foros y reuniones de importancia en las que cobra una pasta por decir cosas asombrosas que, quiero pensar, ni tan siquiera prepara ella.

Hace un par de días, en el transcurso de una mesa redonda sobre “El papel de la empresa en los Derechos Humanos”, celebrada en un foro sobre Ciudadanía Global patrocinado por el gobierno que preside su marido, doña Begoña se permitió el lujo de encadenar una serie de majaderías sobre la hostelería y la restauración de esas que dan mucha vergüenza ajena. Con la que está cayendo para el sector y con la de establecimientos que han tenido que cerrar, han tenido que despedir a media plantilla, están a punto echar el cierre para siempre o aguantan el tipo de manera milagrosa, llega la Presidentísima y dice, muy seria, que a pesar de la crisis que están sufriendo, “los restaurantes tienen que hacer una inversión y reconvertirse en centros educadores de comida sana, unirse a los Objetivos de Desarrollo Sostenible y unirse a la transformación social en marcha”. Hay que escalfarse los huevos. La mujer del presidente que ha generado este carajal jurídico-sanitario que se ha llevado por delante a cientos de restaurantes en toda España, se permite el lujo de decir a los profesionales que no tienen que limitarse a dar comidas, sino que tienen que ser educadores de la alimentación, aunque eso les cueste el dinero. “Por encima del negocio”, dijo la buena señora.

Ni sé lo que come esta señora, ni me importa. Pero empiezo a albergar dudas de lo que se fuma o bebe en su casa. ¿Cómo es posible que en estos momentos la mujer del presidente del Gobierno tenga el cuajo de salir a exhibir semejante nivel de desconexión con la realidad de un sector clave en España? ¿Cómo es posible lanzar ese relato dopado de consignas progres a un sector en el que a diario se afronta el drama de mirar a los ojos a tus trabajadores y decirles que hasta aquí ha llegado su empleo?

Yo entiendo que guste mucho que te hagan la ola, que te den foco y micrófono y sentirte muy importante. Pero si de verdad quiere ser útil y justificar el sueldo que cobra, mucho mejor estaría doña Bego en Africa viendo sobre el terreno si los países en hambruna permanente están mal o bien educados nutricionalmente y, si le incomoda viajar, también podría acercarse a los comedores sociales y a las colas del hambre que está generando la pésima gestión de la pandemia que está haciendo su marido. Que pregunte a los que tienen que comer gracias a la caridad de otros si su nivel de educación alimentaria es satisfactorio o si también hay que crear una Dirección General de Nutrición Solidaria para ver si les están metiendo demasiados hidratos y grasas en las bolsas de comida. De verdad, qué hartura de gente.

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