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VÍDEO BLOG #Miedodequé?: Los imbéciles que aplauden al que les mentía con promesas de austeridad, mientras éste les orina en la cara,

VÍDEO BLOG #Miedodequé Los imbéciles que aplauden

VÍDEO BLOG #Miedodequé?: Los imbéciles que aplauden al que les mentía con promesas de austeridad, mientras éste les orina en la cara, por Víctor J. Hernández Bru.

Corría el año 2015. Pablo Iglesias era un joven profesor asociado de Universidad, no de los buenos, sino de los que se buscan la vida para vivir del cuento a la sombra de algún catedrático de los que necesitan que les den la razón en todo. Tras haber rodeado la sede del PP en la fatídica tarde del fatídico 11-M de los atentados de Madrid, en 2004, había ido creciendo en él la idea, nada errónea, que contando cuatro milongas podría incluso llegar a la cima del mundo. A tanto, no ha llegado, pero tampoco estaba tan lejos de la realidad.

El caso es que, por aquel 2015, empezaba a ser conocido porque se había encontrado con otros de su miserable especie con mando en plaza en medios de comunicación que daban cobijo a sus trolas de infante y comenzó a ganar adeptos estúpidos y analfabetos que se creyeron eso que dijo textualmente, acerca de que es indigno que un político cobre 4.000 euros, cuando la mayoría de los ciudadanos no llegan a fin de mes o no pueden irse de vacaciones porque cobran 1.000.

La idea, absolutamente imposible de creer, era que él iba a liderar una estirpe de políticos que iban a cobrar lo mismo que el que limpia pescado, que el que recoge la basura o que el que mueve palés en un supermercado, abstrayéndose de la tentación de ganar mucho más dinero cuando la decisión de sueldo pasara por sus propias manos.

No ha pasado un siglo ni veinte años, sino seis. Pablo Iglesias ha conseguido lo que quería: ha salido del barrio de toda la vida, del que dijo que jamás se marcharía porque quería seguir manteniendo el contacto con la gente, vive en una mansión de 700.000 euros, tiene patrullas de la Guardia Civil protegiendo su casa, servicio doméstico, varios choferes y entre él y su mujer se han estado metiendo para el cuerpo cerca de 20.000 euros al mes.

Y ahora que ha decidido marcharse, ha dejado ‘atado y bien atado’ un sueldo indemnizatorio, indemnizándose a sí mismo por una decisión que ha tomado él, por valor de 5.300 euros, no por hacer nada productivo, sino por dejar de hacer.

Pablo Iglesias ha hecho lo que hubiéramos hecho todos y, efectivamente, como él dice, tiene derecho a percibir lo mismo que los demás políticos, como también tiene derecho a vivir en una mansión si se la puede permitir y a gozar de los mismos privilegios y lujos que él dijo que nunca disfrutaría y en cuya crítica mordaz y feroz se basó la idea política que le compraron varios millones de incultos e ignorantes.

El problema no es ése; el gran problema es que todavía hay imbéciles que se lo siguen comprando, que siguen viviendo igual que antes, con esos sueldos que Iglesias antes despreciaba, que ven cómo aquel jovenzuelo al que alzaron a la máxima cima a la que él podía aspirar ha incumplido todas y cada una de sus promesas.

El problema no es que no tenga derecho a todo eso; el problema es que, para conseguirlo, nos ha mentido a todos (al que se ha dejado) y aún hay estúpidos que le siguen aplaudiendo, mientras él sujeta con una mano su órgano viril, mientras éste orina sobre las caras de la ‘cla’.

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