VÍDEO BLOG #Miedodequé?: Izquierda terrorista e izquierda cómplice, por Víctor J. Hernández Bru.
En el año 1931, el primero de la Segunda República, en las calles españolas murieron de forma violenta 196 personas. En 1932, la cifra se quedó en 190, un año después ascendió a 311; en 1934, tras la llegada al gobierno republicano de las derechas, la cifra se fue a 1.457. Entre los dos últimos años del período republicano, el número se quedó en 46 y 428 respectivamente.
En noviembre de 1933, el signo del gobierno republicano cambió de la coalición de izquierdas al centro derecha y fue en ese momento cuando se disparó la violencia callejera, además de producirse disturbios de todo tipo, desde rebeliones hasta huelgas generales, que reflejan perfectamente la reacción de la izquierda, habitual desde siempre en este país, ante la derrota electoral.
Desde hace años, vengo estableciendo el paralelismo evidente entre lo que está pasando ahora mismo en España y lo que sucedió en esos años de clima pre-Guerra Civil. Una teoría que me costó la relación con mi director de tesis, Rafael Quirosa, que un día intentó ridiculizarme por ello y al que le emplacé a la evolución de lo que iba a pasar en estos tiempos. Supongo que hoy, Rafael, no seguirá quitándome la razón; y espero que tampoco mantenga la táctica de ridiculizarme, ante la imposibilidad de rebatirme.
Ayer, en una plaza en Vallecas, en un mitin de Vox, pudo haber muerto gente, puesto que algunos recibieron pedradas, ladrillazos, estacazos, dicho textualmente, y todo tipo de agresiones por parte de señores de la extrema izquierda que uno no sabe qué pintaban en una cita de sus rivales políticos, más que mostrar su violencia y oposición a la democracia y a la libertad de expresión.
No me cabe duda de que, como en la República, la mecha de estas situaciones las ha prendido el Coletavirus, ex presidente del Gobierno, que anoche contaba el rollo patatero de que miembros de su partido habían sido agredidos; repito que no sé qué pintaban en ese evento de sus rivales políticos; y la ha prendido el ministro del Interior, el ilegal Marlaska, que ayer se negó a montar el operativo policial que el evento requería; y la ha prendido el presidente del Gobierno, que sigue hablando de fascismo en la derecha española, en un claro acto bien de ignorancia y desconocimiento de lo que fue el fascismo, bien de caradura institucional al inventarse paralelismos imposibles de mantener. Es la misma táctica de la izquierda en la República, cuando líderes como el socialista Indalecio Prieto amenazaron a representantes de la derecha antes del asesinato del líder Calvo Sotelo; y cuando la comunista Dolores Uribárruri, que vaticinó a un oponente político que sería la última vez que hablaría en el hemiciclo.
Tengo claro que en España vamos a vivir un muerto en las calles más pronto que tarde. De hecho, es de una fortuna casi inexplicable que no lo tengamos ya sobre la mesa, tras lo visto en repetidas ocasiones en las calles de Barcelona y lo vivido ayer en Madrid. Entonces, habrá representantes de la izquierda que se quedarán con cara de bobos, otros que se inventarán lo que haga falta con tal de justificarlo y habrá también catedráticos de historia, como el anteriormente citado, que se seguirán resistiendo a darme la razón. Estamos en el umbral del 36. Es hora de elegir entre enfrentamiento o democracia, entre totalitarismo de izquierdas o derechos, entre comunismo o libertad.
Ante este problema, ante la proclamación de la teoría de que sólo la izquierda tiene derecho a expresarse, a manifestarse, a participar de actos electorales, que sólo sus miembros tienen derecho a vetar o a considerar la presencia de adversarios políticos lo que ellos consideran ‘sus barrios’ una provocación, como ayer expresaban en el culmen de la vergüenza y la antidemocracia políticos y pseudo-periodistas en TVE, la izquierda se divide entre terroristas… y cómplices de los terroristas.
