VÍDEO BLOG #Miedodequé?: La tomadura de pelo de Ábalos, la nada más absoluta y esa manía de no responder, por Víctor J. Hernández Bru.
La penúltima vez que alguien preguntó a un representante del PSOE por la fecha de la llegada del AVE a Almería, la respuesta fue tan clara como aventurada, tan injustificada como concreta: 2023.
La siguiente vez, el interpelado fue Indalecio Gutiérrez Salinas, el gran Sobalecio, que ayer no dejó chaqueta ministerial sin amasar, y que en aquel entonces volvió a estar cumbre como es habitual en él, cumbre de ignorancia y patadas a todo libro escolar viviente, con aquello de que la concreción calendárica era difícil, debido a que todo estaba supeditado a movimientos tectónicos.
Ayer estuvo por aquí el ministro del ramo, José Luis Ábalos, ese señor que cuando habla parece estar perdonándote la vida permanentemente, que vino además sin haberse puesto en situación con la ‘mili’ que llevamos ya los almerienses no sólo con el AVE sino con las infraestructuras en general, y no ya ahora sino desde el siglo XIX, cuando fuimos la última provincia de España en ser conectada por ferrocarril.
Ábalos, sin tener en cuenta esta larga carrera de faltas de respeto institucional y estatal a la ciudadanía almeriense, se trajo preparado un guión triunfalista y ‘fanfárrico’ acerca de todas las inversiones que están previstas, que chocaba directamente con la realidad que percibimos los almerienses de a pie.
Cierto es que en el ámbito del soterramiento, la primera fase está ya en su recta final, aunque ni siquiera en este punto pudo Ábalos concretar una fecha para que los viajeros ferroviarios dejen de tener que ir en bus desde Huércal a la Intermodal, como ocurre desde 2018, curiosamente, período de gobiernos del PSOE en Madrid y en su ministerio, más allá de que en el mes de abril se harán unas pruebas y luego ya veremos.
De la segunda fase de la integración ferroviaria urbana, nada de nada: ni una fecha, ni una cifra, ni un compromiso. Más paja, más inconcreción, más bulto, más perorata y nada concreto.
Pero la gran pregunta era cuándo llegará el AVE, punto éste en el que me vuelvo a retrotraer al compromiso del 2023 y a la posterior cantada de ganso de Sobalecio Gutiérrez Salinas. Ayer, el ministro ni habló de terremotos ni mantuvo la fecha de 2023, por otra parte insostenible ya a estas alturas. Como si no hubiera sido él mismo el que la hubiera fijado, se ciscó con total naturalidad en ese año y amplió el plazo hasta 2025 o 2026 con mucho esfuerzo, es decir, dentro de cinco años, tres más de los pactados públicamente por él mismo.
Tampoco podíamos esperar concreción de fecha alguna para los vergonzosos trabajos de El Cañarete, de los que el Gobierno y su Subdelegación nunca dicen nada; o sobre el gravísimo problema, que puede derivar algún día en tragedia, del tercer carril de la A-7.
Preguntado por éste que firma acerca de su opinión, repito, su opinión sobre otros asuntos de interés más general, como el escandalazo del presidente de la SEPI, cargo que no se ocupa desde 2019 porque el anterior está imputado por presunta corrupción y la ministra ‘Marisú’, de la que es hombre de confianza, aspira a que salga absuelto para devolverlo al cargo; o por los 53 millones con que el Gobierno ha regado a una aerolínea en quiebra, que sólo vuelva a Venezuela, que sólo tiene dos aviones y otros dos alquilados y en cuyo consejo de administración hay ex ministros socialistas, se limitó a decir que eso no era de su Ministerio.
Así que ayer, una vez más y en resumen, Ábalos vino a Almería a tomarnos el pelo, a no comprometerse a nada, a ampliar en tres años más el plazo del AVE y vendérnoslo como un triunfo y a volver a exhibir lo que es la gran consigna de este Gobierno: aquí no se responde a una pregunta ni al médico. La pregunta es: ¿cómo lo llamamos, socialismo, sanchisno o abalismo?
