VÍDEO BLOG #MIEDODEQUÉ? Tomarnos por tontos, deporte olímpico en el Gobierno social-comunista, por Víctor J. Hernández Bru.
Si resulta que a uno lo pillan con el carrito del helado, quedándose una tarjeta de móvil de una señora de 23 años y destrozándola porque no le interesa que exista el contenido que en ella figura, pues se dice que había que proteger a esa pobre señora y que por eso le sustrajo su propiedad.
Que resulta que al marido de una ministra, que resulta ser el mismo que protegía a una señora de 23 años robándole, reteniéndole y destrozándole la tarjeta de su móvil, la Audiencia Nacional insta al Tribunal Supremo a que lo impute por denuncia falsa, pues sale la propia ministra/cajera y anuncia que se va a derogar la ley del aborto y que ello supondrá que las chicas de 16 años puedan abortar si quieres.
Es decir, que mientras el marido roba y destroza tarjetas de móviles a señoras de 23 años para protegerlas, la esposa quiere cambiar la ley para que las de 16 puedan decidir abortar, porque “el aborto debe ser un derecho para cualquier mujer”.
Y si un juez de la Audiencia Nacional presenta un informe al Supremo que concluye que debe imputarse al vicepresidente del gobierno, pues salen sus compañeros de consejo de ministros y argumentan que esperan que dicho tribunal no lo haga, porque no hay pruebas concluyentes y esto es más bien un lío de faldas.
Y así con todo. Porque no hay más explicación para este gobierno que el basamento total y absoluto en la idea de que somos todos imbéciles, que nos hemos caído del guindo más próximo y que nos dedicamos a cazar moscas, chupar bombillas y aplaudir con las plantas de los pies.
Y luego esos mismos salen a hablar de libertades, de derechos y de separación de poderes, cuando el presidente del gobierno se pavonea al preguntarse de quien depende la Fiscalía General, mientras nombra para encabezarla a una ministra de su gobierno, y cuando alguno de sus ministros es pillado en una chorizada, se pone en cuestión el dictamen del jurista y se trata de presionar a los jueces y fiscales encargados de la cosa.
La pregunta es: ¿en serio tú, querido oyente/lector, estás feliz con que el gobierno cuyos sueldos pagas te tome por imbécil?