VÍDEO BLOG #MIEDODEQUÉ? Adriana Valverde dice no saber qué dijo Pedro Sánchez sobre el etarra suicidado: ¿mentira o inutilidad?, por Víctor J. Hernández Bru.
“Mira, me vas a perdonar, pero es información de ámbito nacional, se sale de mi competencia y la verdad tendría que leer la prensa o ponerme al día, porque es que no sé de qué me estás preguntando”.
A Adriana Valverde, ayer, Luis Saracho no le preguntó sobre los detalles del envenenamiento de Navalny, sobre las interioridades de la guerra civil en Rodesia o sobre las últimas noticias de la evolución del Producto Interior Bruto en Groenlandia. A la portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Almería le preguntaban ayer sobre algo sucedido hace una semana, como fue la declaración pública de pésame del presidente del gobierno y secretario general de su propio partido, Pedro Sánchez (entiendo que Adriana sabrá quién es), por la muerte del etarra y asesino Igor González Sola, en la cárcel de Martutene.
La respuesta de Adriana Valverde evidencia su grado de preparación, de conexión con la realidad, de interés por ése ámbito del que vive y que es la política. Todos, absolutamente todos los medios de comunicación de este país han comentado, para bien o para mal. Si la señora Valverde no se ha enterado, ello significa que no ha leído ni un puñetero periódico desde el pasado viernes, que no ha escuchado la radio ni ha visto la televisión, que vive en su mundo, ignorando todo lo que pasa a su alrededor.
Doña Adriana se levanta cada mes un mínimo de 3.000 euros de dinero público, se supone que por preocuparse un poco de los problemas de los almerienses. La totalidad de los seres humanos con los que he hablado sobre estas palabras de la portavoz socialista, coinciden en que Adriana mintió ayer, salió por la tangente para no tener que valorar las despreciables palabras de su jefe. Sin embargo, su salida de pata de banco fue, como remedio, mucho peor que la enfermedad, por cuanto la deja como una auténtica inútil política, un cero a la izquierda, un bulto sospechoso que no se entera de nada ni sirve para nada a la ciudadanía que paga su sueldo.
Ahora, los cronistas hemos de elegir entre dos opciones, a cuál de ellas más descorazonadora: que Adriana Valverde mintiese y por tanto sea una mentirosa o que dijera la verdad, lo cual supone no ya su invalidez para ser concejal, sino que es más una ermitaña asocial que una servidora pública. Yo, la verdad, no sé cuál de las dos aterradoras alternativas prefiero.
