Los españoles llevamos ya cuarenta años de sistema democrático. En esos, años, tres partidos han ocupado el gobierno, PP y PSOE en solitario y Unidas Podemos coaligado, ahora, con los socialistas. En esos cuarenta años, sólo tres veces se ha tumbado un decreto del gobierno en el Congreso de los diputados, las dos últimas de las cuales han acontecido en los dos años escasos que Pedro Sánchez lleva como presidente del gobierno.
Apoyar a Sánchez cuando te da la razón, cuando se traga los sapos y los sables que le ponen sobre el mantel de la mesa los independentistas, los pro-etarras, los Bildu-etarras, los nacionalistas y los populistas. Y hasta ahora, Pedro I el Falso lo ha hecho muy bien. Mitad faquir, mitad tragasables, el presidente del gobierno ha sido capaz de homenajear a etarras, blanquear a terroristas y gamberros callejeros, justificar a okupas y salteadores de caminos, obviar a corruptos condenados y hacer la vista gorda con todo tipo de delincuentes confesos.
Pero ayer, Sánchez no pudo por menos que tratar de imponer su criterio a todos los pintas y perroflautas que le han venido apoyando hasta ahora, por una razón muy sencilla: el gobierno está tieso, es un ‘gobierno-mojama’ que no sabe de dónde sacar el dinero para intentar tapar con las manos los agujeros kilométricos que tiene el casco del barco presupuestario que nadie timonea desde que él se subió a la cabina de mando.
España está económicamente tiritando y la primera responsabilidad de ello es que Sánchez, como hizo antes ese otor fantoche llamado Rodríguez Zapatero, se ha gastado un dinero que no tenía en caprichos, enchufes y en compra de votos, regalando líquido a quienes aspira a embaucar a cambio de nada.
Todos, los partidos del centro y la derecha, pero también todos los que han sido en algún momento sus socios, incluyendo los que justifican el tiro en la nuca o la proclamación de independencia de Cataluña, le habían advertido que no estaban dispuestos a dejarle meter sus sucias manos en los remanentes de los ayuntamientos. Aquí, en Almería, se lo habíamos escuchado al alcalde de la capital y al presidente de la Diputación, así como a otros muchos alcaldes, pero uno no se terminaba de creer que fueran a encontrar apoyos para darle a ‘el Falso’ un croché de derechas que terminara con sus huesos sobre la lona.
Pero sí, ayer Sánchez comprobó en sus propias carnes que ni siquiera el lamentar la muerte de un asesino etarra le ha servido para comprar los votos de sus vomitivos socios. El Falso se ha empeñado en gobernar con radicales, con la extrema izquierda; y lo ha hecho porque su analfabetismo funcional le ha impedido investigar la historia. Si lo hubiera hecho, hubiera entendido que siempre que los socialistas han intentado tal cosa, han terminado sufriendo un extremo cuadro de anorexia política, es decir, se han dado un batacazo insuperable… justo como el que ya está escrito en el futuro a corto del peor presidente de esta democracia.
