VÍDEO BLOG #MIEDODEQUÉ? De Adriana Valverde a Antonio Martínez: inventos, patrañas y mentiras en la política provincial.
Sinceramente, no entenderé nunca cómo señores que se dedican a la política sin que antes se les haya conocido ningún éxito, rotundo, aplastante, rutilante, se piensen con tanta clarividencia que son netamente superiores en lo intelectual a los ciudadanos cuyos impuestos administran.
Ahí fuera hay quien dice que yo no debería opinar en éste, mi programa, que soy muy crítico con el PSOE o incluso, como dice mi amigo José Luis (Sánchez Teruel), que les falto al respeto. He de explicar que para mí, la peor falta de respeto que se puede tener para con un ser humano es mentirle, engañarle , cachondearse de él, orinarse en su rostro aunque sea a través de una caña… sobre todo si protagonista de los embustes es alguien cuyo sueldo paga el engañado.
He de advertir, también, que seguiré siendo duro, muy duro, con todos aquellos políticos a los que les pille en una mentira; así es que el que no quiera ser juzgado con rigor, que aprenda a hablar sin engañar, que ya son mayorcitos.
La semana pasada, Adriana Valverde, se enrocó en una mentira tan absurda como corta de pies: la de que el Ayuntamiento iba a subir el recibo del agua, debido a que pretendía repercutir en los ciudadanos el sobrecoste de producción que conlleva pasar de obtenerla al 100% de la extracción desde el acuífero a combinar éste con el producto de la desaladora. El alcalde tuvo que salir a desmentir la trola y comprometió que no se subirá el recibo ni en 2020 ni en 2021. Valverde, lejos de rectificar y pedir perdón, salía el viernes diciendo que si ese sobrecoste lo va a pagar el Ayuntamiento, los que pagamos somos todos; una peregrina explicación que no convierte en verdad su embuste de que el consistorio iba a “meter la mano en los bolsillos de los almerienses en el peor momento de la crisis”. Y ahí sigue. Por cierto, nada que decir sobre que el consistorio tiene que tirar de desaladora porque el peor presidente de nuestra democracia, hasta ahora, en el año 2004 derogó el ya aprobado Plan Hidrológico Nacional y con él el Trasvase del Ebro, que hoy haría innecesario pagar más por el agua procedente de las desaladoras. Aquel infausto presidente era José Luis Rodríguez Zapatero… del PSOE.
Este lunes, el senador Antonio Martínez, al que tengo por un buen tipo, sojuzgado por la miseria moral que gobierna el partido en la provincia, salió a decir la chorrada cósmica de que Carmen Crespo había sido víctima de un cese encubierto por parte del gobierno. Amén de explicar a mi amigo Antonio que urge que aprenda lo que significa cesar, que no es otra cosa que parar y que no es un verbo intransitivo, por lo cual no se puede cesar a nadie y que, por tanto, el verbo que debía usar era destituir, la denuncia es una absurdez del tamaño del mal perder de los socialistas, que no entienden ni que quien tiene que nombrar a los cargos ahora es quien gobierna, después de 40 años de dominio socialista en Andalucía, y que Carmen Crespo no está donde ellos querrían sino que sigue siendo consejera y almeriense. Por cierto, que durante esos 40 años de PSOE, los almerienses vimos pasar años y años, y legislaturas enteras, sin ni un solo consejero paisano. Por cierto, preguntado por la paradoja de que los socialistas digan que el Gobierno Sánchez y su ministerio de Educación no tienen nada que ver en la inacción ante el comienzo del curso y que eso es cosa de las comunidades, pero que sin embargo el pasado jueves ese gobierno y ese ministerio convocaron una reunión de coordinación, como si tuvieran esa potestad, la respuesta de mi amigo Antonio fue que la Junta es muy muy mala. Si yo hubiera estado en esa sala, mi repregunta hubiera sido si es que acaso el verano ha dejado sordo a mi gran amigo Antonio o si es que no le gustan nuestras preguntas. Y claro, luego diría su jefe, Sanchez Teruel, que le falto al respeto.
