VÍDEO BLOG #MIEDODEQUÉ? El negacionismo: esa peligrosa consecuencia del estúpido ‘expertismo’ en el que Internet nos ha convertido a todos, por Víctor J. Hernández Bru.
Sí amigos: las redes se han llenado de expertos en epidemiología, en virología, en atención primaria y, en general, en medicina, que han llegado a la conclusión de que el coronavirus, que lleva causados más de 50.000 muertos en España, que ha colapsado la sanidad durante meses, que ha convertido palacios de hielo en morgues, que ha convertido en refugio de guadañas las residencias de ancianos y que ha hecho que se paralice prácticamente el mundo entero, no es mucho más que un resfriado común, que una gripe fuertecilla o, lo que es peor, un contubernio judeo-masónico como los que se inventaba el caudillo para justificar que todo el panorama político internacional estaba en contra de su dictadura.
Pero esto no es de extrañar. Podría ir a explicaciones un poco más científicas, la verdad, pero seguramente la más fácilmente entendible es que las redes sociales nos han vuelto a todos gilipollas. Es cierto, sobre todo en España, que la barra de bar siempre ha sido refugio de expertos ‘premiosnobeles’ en medicina, en política, en economía, evidentemente en fútbol y por supuesto en periodismo, pero la forma en la que su número ha crecido a la sombra de las redes ha sido tétricamente exponencial.
Hoy día, cualquier analfabeto se cree con perfecto derecho a escribir textos plagados de faltas de ortografías, donde la puntuación es una película de terror y el rigor un primo lejano que se marchó de joven a ‘La Argentina’, dando lecciones a quienes trabajan toda su vida para lograr una mínima aproximación más o menos científica a las materias que forman parte de su ámbito profesional.
Personalmente lo he vivido mil y una veces en mi ámbito profesional, con gente sin oficio ni beneficio, cuyos ininteligibles textos trufados de expresiones que harían caer en depresión a Cervantes, Quevedo o Pérez Galdós, tratan de mostrarme el camino a la Piedra Roseta del periodismo; o analfabetos históricos y mono-neurolanes (me perdonará Podemos el uso del término ‘neurona’, ahora que está el horno para tan pocos bollos) esclavos de sus partidos políticos o, lo que es mucho peor, de sus ideologías, tratar de engañarme acerca de lo que en realidad ha sucedido con la historia de España.
Pero esto de la pandemia es mucho peor. Ahora se trata de la vida de seres humanos que se consumen en las UVIs, en sus casas o en residencias de ancianos, mientras los que están al pie del cañón, los sanitarios, advierten de lo peligroso de la situación y nos ofrecen consejos que deberían ser más bien órdenes y las hordas de imbéciles siguen diciendo que todo esto es un montaje.
Una vez más, mi aplauso entregado y admirado a nuestros sanitarios y mi más rotundo desprecio a quienes, para salir de su ignorancia, deberían acompañar a cualquiera de éstos a una jornada de trabajo en un hospital o en un centro de atención primaria.
