VÍDEO BLOG #MIEDODEQUÉ?, por Víctor J. Hernández Bru
DIARIO DEL CORONAVIRUS, DÍA 43: Decía el coletavirus, Pablo Iglesias, el 18 de mayo de 2014, hace ahora casi seis años, que “en política no se pide perdón, en política se dimite”. Lo hacía desde su piso de Vallecas, desde su acampada del 15-M, desde su inexperiencia en prácticamente todo (eso no ha cambiado mucho), desde la comodidad de quien no tiene que responder ante nada y, sobre todo, desde su más rotunda irresponsabilidad, ésa que ha caracterizado toda su miserable trayectoria.
Una trayectoria que ha estado marcada por eso, por la más rotunda incoherencia, la más profunda ausencia de rigor, el más puro e incorrupto afecto por el “haz lo que yo diga, pero no hagas lo que yo hago”.
Pablo Iglesias es un fraude. Lo era ya cuando engañaba a bobos en el 15-M, cuando se hacía pasar por la esperanza de los pobres y los proletarios que haría cambiar el país, el mundo. Olía a fraude a la legua, a telepredicador, a pastor de cabras, a timador de poca monta. Pero todos ellos tienen su público, aquellos que quieren dejarse engañar o que aspiran a participar del engaño.
No nos engañemos, el público no es demasiado amplio. Iglesias y todos sus borregos no han pasado de fuerza minoritaria. Lo que pasa es que, como buen defraudador, como experimentado timador, siempre ha querido compararse con el peor para salir triunfante, ponerse al lado de la moribunda Izquierda Unida, al borde de la desaparición, para que sus mediocres resultados le parecieran a los más flojos de espíritu un éxito. Y junto a ello, la aritmética parlamentaria, que lo colocó por dos veces como la única solución para un Pedro Sánchez preñado de narcisismo, que sólo puedo resistirse una vez.
Sánchez también es un fraude. O seguramente habría que decir el fraude. El sábado caía en mis manos un vídeo con todas las mentiras con las que llegó a la presidencia del Gobierno, todas las patrañas que sabía que incumpliría cuando las comprometió, aquello de no pactar con HB Bildu, de no gobernar con Pablo Iglesias, de no depender de independentistas.
Pero que su compañero de gabinete y de aventura sea un mentiroso no descarga a Iglesias de esa condición de timador sin ningún aprecio por la verdad. Repito, el 18 de mayo de 2014, decía aquello de “en política no se pide perdón, en política se dimite”. Casi seis años después, el mismo trilero, el mismo tahúr, el 23 de abril de este año, hace menos de una semana, ahora convertido en vicepresidente, en potentado instalado en una mansión en la zona más noble de Madrid, se plantaba ante las pantalla a la hora del mediodía para decirle a mis hijos que “pido perdón porque el gobierno ha cometido errores y no ha sido claro”.
Querido timador, en política no se pide perdón, se dimite. Si no fuera porque tengo la plena consciencia de que no tienes ninguna vergüenza ni pudor, te pediría que dimitieras, justo lo que tú no has hecho con Isa Serra, tras ser no investigada, como tantos a los que tú has pedido la dimisión, sino condenada a 19 meses de cárcel. Pero no lo haré, porque sería como pedir tornillos a un peral. No me preocupa, no te queda mucho: pronto te echaremos para siempre de donde estás, adonde has llegado engañando a la gente, y luego saldremos de ésta… #Unidos.
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