VÍDEO BLOG #MIEDODEQUÉ?, por Víctor J. Hernández Bru.
Ya paso el 8 de Marzo, el día internacional de las verdades a medias, de las manipulaciones de realidad para mantener una causa una vez que ya se ha conseguido el objetivo, de la utilización de la buena fe de muchos y el analfabetismo de otros para mantener o conseguir posiciones políticas, del totalitarismo basado en el miedo a lo políticamente incorrecto.
El 8 M es el día de la Mujer, pero es mucho más que un día. La primera semana de marzo, el mes entero se ha convertido en el momento del año en que quienes utilizan las mentiras sobre género para sobrevivir subliman su miserable conducta y en que los borregos que los siguen se muestran más dóciles a la manipulación y el adoctrinamiento que nunca.
Ayer, vimos en nuestras calles a políticos que mienten descaradamente sobre cuestiones de género al lado de familias que se dejan engañar y a activistas del feminazismo sosteniendo eslóganes como ‘Hetero muerto, abono para mi huerto’ o ‘Con los pelos de mi culo asesino machirulos’. Ahí, todos juntos; siendo todos uno.
Ayer, en las manifestaciones, en las tertulias, en los periódicos digitales, en las televisiones, se deslizaron con total impunidad mentiras groseras como las del techo de cristal, ignorándose que no hay casos de mujeres que cobren menos que los hombres por el mismo trabajo y con la misma antigüedad, sino que lo que hay es un proceso en el que los años hacen que se disminuya la diferencia salarial entre el total de los hombres y el total de las mujeres, desequilibrado aún porque el proceso no ha acabado y no acabará hasta que pasen generaciones, se mueran o se jubilen quienes ocupan los puestos mejor pagados y el relevo sea igualitario entre hombres y mujeres, como viene siendo desde hace muchos años.
Lo que hay es que, hoy por hoy, hay más maestras, más médicos, más enfermeras y más jueces mujeres que hombres; que ayer mismo el Servicio Andaluz de Salud constataba que más del 70% del personal sanitario del sistema público andaluz son mujeres; y que hay muchos más peones de albañil, más soldados y más poceros hombres que mujeres, puestos de trabajo que es evidente que no son los más demandados ni admirados socialmente.
Hemos construido una sociedad basada en ficciones, en la que se habla de la violencia que sufren las mujeres y ésta, con ser deleznable, ha eclipsado el resto de violencias, las ha arrinconado hasta hacerlas invisibles y sólo se habla de la que sufren las mujeres, aunque con la excepción de cuando el agresor es un inmigrante, en cuyo caso la noticia queda sepultada y olvidada por el peso de la conveniencia política de la izquierda.
Una sociedad en la que se ha conseguido restar a los hombres su derecho fundamental a la presunción de inocencia, en la que se criminaliza absurdeces como el piropo, pero sólo el que tiene por objeto a una mujer, y en el que se criminaliza el uso exhibidor del cuerpo femenino, pero no el masculino.
Hemos construido una sociedad de mentira y manipulación, en la que los logros en cuando a la consecución de hitos de igualdad se sepultan para que no se conozcan ni se celebren, porque lo importante es que un cada día más amplio grupo de vividores, sinvergüenzas, manipuladores y gandules sigan viviendo del cuento, ante la mirada complaciente de rebaños de borregos abducidos y la cobarde de quienes prefieren seguir perdiendo derechos, propios o de sus hijos, para no complicarse la vida.
