VÍDEO BLOG #MIEDODEQUÉ?, por Víctor J. Hernández Bru.
A pesar de que sus cargos parecerían requerir justo lo contrario, cada día proliferan más los políticos que, lejos de contener sus lenguas antes de tirar por cualquier calle de en medio, se lanzan a tumba abierta por el desfiladero de la imprudencia, soltando unas imbecilidades que serían intolerables en cualquier parvulario.
Ayer, la ministra Calvo, que habida cuenta de su feminazismo radical y su apuesta por el lenguaje feminista bien podría ser denominada como la ministra Calva, no perdía oportunidad de meter la pata hasta la axila, apoyando otras declaraciones de esa intelectual llamada María Jesús Montero, ya sabéis, la ‘chiqui-ministra’, en las que venía a decir que el caso de José Luis Ábalos y Delcy Rodríguez no preocupa absolutamente nada al gobierno, puesto que las explicaciones son absolutamente evidentes.
No deben parecerlo tanto al juez que ha abierto una causa porque ve indicios de comportamiento delictivo en la noche loca de Ábalos en Barajas, donde el hombre que “vino para quedarse” podría haber incurrido en delitos al propiciar que pisara suelo español una delincuente perseguida internacionalmente, con prohibición de sobrevolar suelo europeo incluida.
Son estas sensacionales ocasiones en las que los políticos hablan justo cuando más les convenía callar, aunque de eso muchos podrían hacer un auténtico máster.
También ayer, conocíamos que la Justicia italiana ha desestimado todos los recursos y denuncias que Juana Rivas había presentado contra su ex marido. Recordaréis que la tal Juana, aquella de “Juana está en mi casa”, saltó a la fama por secuestrar a sus hijos para que no pudieran estar junto a su padre, manteniéndolos en paradero desconocido durante un amplio período de tiempo, mientras era requerida por la propia Justicia para que dejara que su padre pudiera verlos.
Tras aquello, los jueces investigaron las denuncias de la tal Juana, por malos tratos, contra su ex marido; y resultó que se trataba de denuncias falsas, lo cual dejó en un sensacional lugar a todos los imbéciles, muchos políticos de diverso signo entre ellos, que habían enarbolado la estupidez ésa de ‘Juana está en mi casa’, con la entonces presidenta de la Junta Susana Díaz a la cabeza.
Es el gran defecto de los políticos: el pasar olímpicamente de la realidad de las cosas, supeditándola continuamente a su ideología y a la disciplina de sus partidos. De esta manera, algunos estamos esperando que todos esos tarugos que manifestaron tener a esa delincuente oculta en sus casas, presenten excusas al padre maltratado, al que no dejaban ver a sus hijos y, por supuesto, presenten también sus correspondientes dimisiones, tras una ciscada propia de rinocerontes.
