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VÍDEO BLOG #MIEDODEQUÉ?: «¿Qué es peor, el que la nombra o la que se deja nombrar?»

VÍDEO BLOG #MIEDODEQUÉ?, por Víctor J. Hernández Bru.

A estas alturas, la gran pregunta acerca del nombramiento de Dolores Delgado es saber quién ha actuado con mayor desvergüenza, descaro y desfachatez, si el presidente del gobierno que se ha pasado por la piedra la separación de poderes, el hecho de que jamás un ex ministro ha sido Fiscal del Estado y que tampoco ningún diputado ocupaba tal cargo desde hacía más de tres décadas; o bien la galardonada en cuestión, señalada en todas las quinielas como la ministra que dejaría de serlo, ante el enfangamiento de su hoja de servicios.

Para los no iniciados, de Lola, que es como la llamaba Villarejo, aquel tipo que ha sublimado el término ‘cloadas del Estado’ a su imagen y semejanza, dijo no conocer al sujeto en cuestión, poco antes de que quedara al descubierto su ropa interior al descubrirse unos sonidos en los que se evidenciaba una relación más que estrecha.

La realidad es que los sonidos confidenciales no han sido el mejor compañero de Lola durante esta pasada legislatura. En otro, se descubría como perfecta conocedora de las andanzas de algunos compañeros en Cartagena de Indias, donde se hacían acompañar por menores en determinadas aficiones poco recomendables para quienes no han cumplido aún los 18 años de rigor. Ciertamente, conjugando este episodio con algunos de los EREs, alguien podría calificar la pasada legislatura como la de la prostitución socialista. Y nadie podría escandalizarse al escuchar esta definición.

Y hay más. También conocimos, durante la estancia de Lola en el Ministerio de Justicia, su particular manera de definir las tendencias sexuales de su compañero de gabinete, el ministro Marlaska, del que dijo que “ése es maricón”. Sinceramente, debió molar mucho el siguiente consejo de ministros, posterior a que vieran la luz pública tales declaraciones, digamos, ‘inter-ministeriales’.

Pero más allá de que la tal Lola no sea una tipa demasiado recomendable, ni como amiga ni como enemiga, lo que no deja de ser es una socialista de carné, una ex ministra, una máxima representante del poder Ejecutivo. Hasta ahora, los gobiernos, siempre manejando con mayor o menor destreza aquello de la separación de poderes, han logrado sacar sus manos de la estructura del poder judicial, colocando en el puesto de Fiscal General a magistrados habitualmente cercanos a sus ideas, pero manteniendo ciertas formas para que aquello sonase más o menos elegante.

Todo ello hasta que a La Zarzuela ha llegado el justiciero de las formas, un Pedro Sánchez del que nadie podría ya asombrarse si nombrara vicepresidenta a su esposa, ministro de Memoria Histórica a Santiago Carrillo que en paz descanse, presidente del Tribunal Constitucional a Nicolás Maduro, ministro de Justicia a Arnaldo Otegi o portavoz del gobierno a María Jesús ‘Chiqui’ Montero. Perdón, que esto ya lo ha hecho.

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