VÍDEO BLOG #MIEDODEQUÉ?, por Víctor J. Hernández Bru.
Cuando hace un par de semanas, el Juzgado hizo pública la sentencia por la primera pieza relacionada con el caso de los EREs, es decir, el choriceo que, bajo los gobiernos socialistas de la Junta de Andalucía, se sometió al pueblo andaluz y, en concreto, a los parados a los que debía haberse destinado un dinero que terminó en el capítulo de ‘gastos varios’, es decir, en cuestiones menores como la compra de cocaína, el abono de servicios sexuales en determinados garitos sobre todo de la geografía sevillana y, en general, la compra de voluntades que seguramente no tendrán nada que ver con los 40 años de perpetuo socialismo en el gobierno autonómico; vamos, una casualidad.
El asunto tiene pinta de ‘chorreo’, término que popularizó en su día aquel curioso personaje que tuvo como presidente el Real Madrid, Vicente Boluda, puesto que esta semana hemos tenido conocimiento de que el siguiente paso ha sido el proceso abierto contra el sindicato UGT, por un acto de saqueo, ¿adivináis contra quién;?; ¡exacto!: contra los parados.
Habrá, sin duda, quien se asombre por este juicio abierto en el que, por cierto, por ahora y hasta que no se demuestre lo contrario, el sindicato sigue siendo inocente. Lo que no sabemos es cuánto le durará tal condición. En todo caso, a mí me asombra poco, puesto que como todo el que me conoce sabe, creo poco en los sindicatos y no me gusta su manera de financiarse. Siempre he dicho que, de los impuestos, no debería ir ni un céntimo a financiar a los sindicatos; o sea, que el que quiera sindicarse ha de ser muy libre, pero pagarlo de su bolsillo.
Peor además, en este caso hay un nombre con un protagonismo especial en todos los sentidos; se trata de José María Moriche, cuyo nombre puede pasar más o menos desapercibido, pero cuya relevancia cambia de manera radical si tenemos en cuenta que se trata del marido de Susana Díaz, quien cobró un par de subvenciones que debían haber tenido otra utilidad.
Moriche es, como alguna vez dijo su esposa, un trabajador anónimo; en concreto un auxiliar administrativo de Ifes y UGT, casualidades de la vida; un anónimo currante que se metió en el bolsillo un para de subvenciones por valor de 11 millones de euros.
En este punto, me pregunto preguntar a nuestros santos lectores si hay muchos meses en los que os caen subvenciones de 11 kilos de vellón.
Si se confirma que los 11 kilitos de Moriche tienen un origen choricero, en ese hipotético caso, seguramente empezarán a quedar pocas dudas de que doña Susana está ‘presuntamente’ pringada hasta las orejas, lo cual está feo, pero no dejaría de ser una política más que ha, digamos, manejado sin demasiada precisión el dinero de sus paisanos andaluces.
Sin embargo, el caso reviste una especial gravedad, porque a uno le duelen los oídos hasta la Trompa de Eustaquio de darnos lecciones de moralidad, revolcar por el barro a los implicados en casos de corrupción de otros partidos y, sobre todo, de darse golpes en el pecho de la honradez. De confirmarse, insisto, todo el barrizal, volvería a hacerse bueno aquel viejo dicho de mi pueblo: “dime de qué presumes…”.
