VÍDEO BLOG #MIEDODEQUÉ?, por Víctor J. Hernández Bru.
Como vosotros, yo también me he sentido sorprendido por la noticia del Cara Al Sol sonando durante el recreo de un instituto de Huércal el Carmen de Burgos. Desde luego no parece que un himno franquista sea la mejor banda sonora para amenizar el rato de asueto de los escolares.
La noticia ha saltado a las redes sociales y a los medios de comunicación con la misma fluidez que falta de rigor que caracteriza a los tiempos que corren. Yo mismo podía haber ‘picado’ ante la trampa mortal tendida por un furibundo comunista con ganas de protagonismo, que es en realidad lo que ha pasado.
Estamos sobre la pista de la historia real de lo que ha pasado con todo esto y seguramente el lunes podremos contarla con todo lujo de detalles pero, mientras tanto, os cuento que la realidad de las cosas es que la anécdota, porque no puede ser catalogada de otra manera, la protagoniza un niño de doce años.
Resulta que en el Carmen de Burgos hay un taller de radio que, entre otras cosas, se dedica a poner música durante los recreos. Aprovecho para alabar el gusto al centro educativo en cuestión, que lejos de optar por talleres de las más rocambolescas disciplinas, lo cual está muy de moda actualmente, lo ha hecho por algo tan extraordinariamente útil como es la radio; permítaseme la inmodestia corporativa.
Resulta que, durante uno de esos recreos, un alumno del centro, repito, de doce años de edad, se coló en el taller de radio y valiéndose de unas artes que son las que todavía no tenemos completamente confirmadas, logró que entre los temas que deleitaban el rato del bocata y la lata de refresco de los alumnos, se colara el Cara Al Sol.
Lógicamente, que un chico que no pertenecía al taller de radio protagonizara tal hazaña, le hace merecedor de la correspondiente sanción escolar. Sin más.
Sin embargo, el asunto ha caído en manos de un profesor del centro que ha encontrado en él el filón habitual de la ya por muchos conocidos como ‘desmemoria’ histórica, es decir, el trapo más adecuado para entrar a él como un auténtico vitorino, entre otras cosas, sin tener en cuenta la edad del protagonista y el daño que puede hacer a la formación y estabilidad del chico el ruido mediático que este irresponsable profesor ha montado.
Pero más allá de su temerario comportamiento docente, lo que subyace tras todo esto es, una vez más, la constante amenaza de parte de la izquierda, no ya a la libertad de expresión, sino a la propia libertad de pensamiento. Estos ‘acoletados’ muchachuelos olvidan con demasiada facilidad que, precisamente, la grandeza de la democracia es que todos permitamos y comprendamos que hay ideas fascistas, comunistas, independentistas, centralistas, socialistas, liberales, franquistas, isabelinas o incluso mediopensionistas y que todas ellas tienen derecho a ser expresadas y defendidas. Lo contrario, mis queridos comunistas, es precisamente ese fascismo que tanto teméis y tan poco conocéis, o las dictaduras comunistas en las que parecéis sentiros tan cómodos.
