VÍDEOBLOG #MIEDODEQUÉ?, por Víctor J. Hernández Bru.
Llevo toda la semana hablando, en este espacio, de la construcción paralela de realidades, de la geta de demento a la hora de mentir y manipular la información de manera hartera y torticera y de la maldita costumbre de muchos políticos de pensar que todos sus administrados somos estúpidos y que nos pueden engañar no ya como a chinos, sino como a imbéciles.
Hemos hablado de Pedro Sánchez y de su disfraz de héroe democrático que nos ha completado nuestro sistema de libertades, hasta ahora incompleto porque Franco no ha sido aún sacado del Valle de los Caídos; hemos hablado de la mentira repetida hasta la saciedad acerca de lo que ha pasado en El Ejido acerca de la vigilancia VioGen; hemos hablado de los millones de litros, millón arriba, millón abajo, que tiene la charca que se ha formado en Cabo de Gata.
Como sublimación del cúmulo de despropósitos discursivos de la semana, ayer se vivió en el Parlamento de Cataluña un episodio que no sólo produce, digamos, rubor democrático, sino que pone los pelos de punta a todo el que tenga un mínimo de sensibilidad, cultura histórica y expectativa sobre el futuro que nos espera.
En una sesión parlamentaria marcada por la tensión y la violencia verbal y gestual, en la que la CUP ni siquiera quiso permanecer, como muestra de apoyo a los tipejos detenidos con sus hogares cargados de explosivos, los portavoces de PP y Ciudadanos fueron agredidos verbalmente y uno de ellos expulsado del recinto, mientras la piara de independentistas gritaba y cantaba en favor de unos detenidos, repito, que lo habían sido por pillarles con las manos en la masa de los peligrosos explosivos.
Por cierto que, hablando de esta gentuza y de la desvergüenza a la hora de mentir, los individuos en cuestión, nada más ser pillados con el carrito del helado, adujeron que habían adquirido los explosivos para “hacer ruido”, motivo éste, el de su respuesta, más que suficiente para meterlos en la cárcel por mentirosos y por imbéciles.
Pero lo duro no es que estos CDR, que no son más que terroristas, tuvieran explosivos y lo que pensaran hacer con ello. Eso es duro, pero lo es mucho más que representantes institucionales los hayan apoyado en plena sesión parlamentaria del órgano que representa a los catalanes.
Ha dicho, en estos días, Madeleine Albright, que fue la primera mujer secretaria de Estado en Estados Unidos, que lo que se está viviendo en Cataluña ya lo hemos vivido antes, más concretamente en Los Balcanes. La comparación, desde luego, no tranquiliza a nadie que tenga dos dedos de frente. Extraigo de ese grupo a los tarugos de los CDR y, por supuesto, a todos los políticos que están siendo cómplices de que en Cataluña pueda estallar un conflicto armado. Y cuando digo cómplices, desde luego, no me refiero solo a políticos independentistas catalanes.
