VÍDEOBLOG #MIEDODEQUÉ?, por Víctor J. Hernández Bru.
No sería honesto si, antes de entrar al turrón en este artículo, no advirtiera que me pongo como un toro bravo delante de la plantilla completa de Osasuna corriendo por la campiña, cada vez que escucho a hablar a Rodrigo Sánchez Haro, ese representante político cuyo nivel cultural e intelectual sublima lo mejor de Paquirrín, Carlos ‘el Yoyas’ y El Peíto.
Este sensacional repartidor de calificativos y descalificativos al buen ‘tun-tun’, que lo mismo llama fascistas a los defensores del liberalismo que propugna el adelgazamiento del Estado como nazis a quienes propugnan la igualdad de género, lleva ocho meses, los mismos que lleva en el cargo el nuevo gobierno andaluz, reclamando los cambios radicales que habían propietario los nuevos rectores de la comunidad.
Ocho meses en los que se han producido cambios importantes, aunque lógicamente no en el sentido que este cualificado representante de la política al estilo de los rudos leñadores de la Rusia profunda. Sin embargo, no dejan de ser ocho meses, para desmontar el ‘savoir faire’ de nada menos que 40 años de socialismo en la Junta de Andalucía, para deshacer un edificio político del que han emanado, por ejemplo, los más flagrantes y costoso casos de corrupción que ha conocido la historia de nuestra ya madura democracia.
En mitad de esas exigentes prisas que les han entrado a algunos como este insigne guardaespaldas de Susana Díaz (obsérvese su eterna posición en la retaguardia de la aún lideresa del socialismo andaluz), ayer Ramón Herrera, parlamentario del Partido Popular, sino a contarnos los detalles de la denominada redia del Almanzora, esa obra que hace dos décadas se inició con la intención de desdoblar la carretera que une la extensa comarca del mismo nombre y que ha convertido en los diez años de más que echaron en terminar la Autovía del 92 en un ‘pequeño retraso’.
Es la gran lacra de nuestro país, el pesado e insoportable lastre que tenemos que arrastrar los ciudadanos que pagamos esos sueldos que tan elefantiásicos les quedan a gentes como el tal Sánchez Haro, individuos incapaces de tener ni una sola palabra de autocrítica ante decenas de años, pero auténticas moscas de ésas, para qué utilizar el calificativo, antes de que sus sucesores hayan cumplido siquiera un solo año de gestión.
Es lo que ocurre cuando se eleva a la condición de portavoz, viceportavoz, vice-sobador de lomo cósmico, requeté-vice-sujetador de chaquetas o estómago agradecido en general, a alguien cuyo currículo cabría desarrollar por triplicado en un sello de correos.