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VÍDEO BLOG #MIEDODEQUÉ?: «Diario del coronavirus, día 16: Cuando la ideología impide analizar la realidad y la injusticia»

 

VÍDEO BLOG #MIEDODEQUÉ?, por Víctor H. Hernández Bru.

DIARIO DEL CORONAVIRUS, DÍA 16: Hoy el estado es de profunda decepción. Ayer era de enfado, de un cabreo mayúsculo con un país que permite que sus gobernantes dicten medidas tan anticonstitucionales, tan injustas, tan antidemocráticas como la de obligar a empresas (da igual el tamaño) a pagar impuestos y sueldos mientras se les obliga a cerrar sus puertas. Sinceramente, si esto no es robar a las empresas, yo desconozco el significado de la palabra atraco.

Pero insisto: eso fue ayer. Hoy la sensación es de decepción, profunda decepción. Decepción al comprobar la cantidad de personas, algunas de ellas muy queridas, que son incapaces de abstraerse de la dictadura ideológica a la que están sometidos. Estamos rodeados de gente que se han dejado por el camino cualquier capacidad de análisis, que tan sólo se limita a repetir, como lo haría un papagayo, lo que dice su líder, su partido político o, lo que es casi peor, su ideología sobre cada asunto.

Dejó dicho Abraham Lincoln aquello de que “se puede engañar a parte del pueblo parte del tiempo, pero no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo”. Quiero pensar que lleva usted razón, señor Lincoln, pero viendo el comportamiento de algunos seres humanos, incluso de algunos a los que consideraba amigos, cuesta trabajo mantenerse en esa tesis.

Estamos en un país en el que acabamos de asistir a un decreto gubernamental por el que se cierran empresas, se les impide trabajar, pero sin embargo se obliga a sus dueños a pagar impuestos y a abonar sus sueldos a los trabajadores, que son dos obligaciones propias de cuando la empresa está abierta, que son absolutamente consustanciales al desarrollo normal de su actividad, ésa que ahora es prohibida por el propio gobierno.

Ello coloca a los empresarios, desde Amancio Ortega hasta el dueño de una ferretería o una mercería en cualquier barrio o pueblo de España, en situación de ruina, puesto que, unos en más tiempo y otros en menos, dejarán de tener dinero para hacer frente a esas obligaciones tan injustas. El motivo de ello es sencillo: el Gobierno les impide ingresar.

Ese gobierno podía haber optado por una actuación de responsabilidad, de ayuda a todos, al trabajador, que la necesita porque seguramente va a perder su empleo; y al empresario o autónomo, porque seguramente va a perder su empresa. Pero no, este gobierno ideologizado y encarnizado, tenía que hacer política, volver a colocar a los españoles como enemigos unos de otros, ayudando a una parte y cargando con el peso económico de la crisis a la otra.

Y ante eso, los fundamentalistas de la izquierda, no digo todas las personas de izquierda, pero sí los que no son capaces de evaluar por sí mismos esta injustísima medida, cogidos por el cogote por su ventríloco ideológico o político, vuelven a darle su conformidad como autómatas, aunque ello suponga que sus amigos, sus hermanos, incluso sus padres, vayan a ver arrojada por tierra la empresa de la que han vivido toda la vida.

Se lo dije ayer a uno que decía ser amigo mío y se lo repetiré a todos los que así se comporten: si cuando mi gobierno entra en mi empresa para robar, tú no eres capaz de defenderme, no puedes llamarte amigo mío. Una gran decepción, repito. Enhorabuena, señor Sánchez; felicitaciones, señor Iglesias: seguís logrando vuestro propósito de dividir a los españoles. Mientras, los que quedemos, si es que quedamos, saldremos de ésta… #Unidos.

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