VÍDEO BLOG #MIEDODEQUÉ?, por Víctor J. Hernández Bru.
Sí, yo también tengo mucho que decir sobre la gestión de la crisis. A todos, en estos días, se nos ocurren muchas críticas y otros no dudan en contrarrestarlas, en función de su ideología o sus inclinaciones políticas.
Mucho me temo que, aunque muchos, quiero pensar que la mayoría, estamos en lo importante, en lo trascendente, que sobre todo es buscar a quién poder ayudar, darnos buenos consejos y tratar de ser positivos para elevar la moral de la tropa, otros aún se resisten a abandonar las garras del partidismo.
Todo es comprensible… y más en estos tiempos. Aunque a mí me ha faltado poco para convencerme de que son días más de reflexión que de inflexión, más de unidad que de enfrentamiento, más de paz que de guerra, más de amistad que de pelea, más de amor que de odio.
Y en estos días, hoy me acuerdo de mis padres, de Remedios y de Víctor, a los que he pasado una semana sin ver. No es la primera vez, obviamente. En otras ocasiones el tiempo de desconexión ha sido mucho mayor, pero no es lo mismo.
El fuego del COVID-19 hace mucho más ardiente la distancia y cada noche nos reunimos en el móvil con mi hermano, vía videollamada, para vernos, incluso para tocarnos de la manera más virtual pero al mismo tiempo más cálida que encontramos y, si es posible, para reír un rato. Hasta ahora, cada día está siendo posible. Lo de reír, digo.
Sinceramente, yo no sé si soy un buen hijo; es más, no sé si ninguno lo somos, porque la propia naturaleza se encarga de que siempre los padres den mucho más que los hijos en esa relación. Pero creo que ahora todos coincidimos en que queremos hacer el máximo esfuerzo por sacar a nuestros padres de esta situación lo mejor posible.
Es fácil decirle a un hijo que esté tranquilo porque tú lo vas a proteger. Con un padre o una madre es mucho más complicado y, seguramente, más que en decirlo, la tarea consiste en hacerlo.
Repito que estoy convencido de que la unidad, el apoyo, la sobriedad, la sensatez, la altura de miras y el noble acto de echar tubería abajo los intereses partidistas es la mejor manera que tenemos de garantizarnos que volveremos a abrazar a nuestros padres. Y luego, ya podremos emprender todas las guerras que queramos… si es que todavía nos merecen la pena.
Ya sabéis, #Unidos.
