VÍDEO BLOG #MIEDODEQUÉ?, por Víctor J. Hernández Bru.
Que Pedro Sánchez y sus millonarios estrategas han conseguido que la izquierda siga a pies juntillas y sin atisbo de espíritu crítico alguno todas sus consignas, incluso las más rocambolescas, intolerables, inesperadas o absoluta y rotundamente cuestionadas con anterioridad, es algo que ya he comentado en alguna ocasión.
Un ejemplo de tal totalitarismo ideológico y reflexivo es la reacción de la izquierda acerca del denominado pin parental, algo tan sencillo como una herramienta para que los padres puedan seguir siendo los depositarios de la capacidad de decidir de qué cosas quieren que se les hable a sus chiquillos en la escuela, fuera de las asignaturas troncales. Repetiré para los embusteros y manipuladores, incluyendo la ministra de Educación: fuera de lo que son asignaturas troncales.
Pues bien, a los padres y no padres de izquierda, absolutamente todos de acuerdo hasta ahora de que éramos los padres los que teníamos que disfrutar de esa capacidad de decisión, ahora les parece estupendo que nos quedemos sin ese derecho, que incluso está contemplado en la Declaración Internacional de los Derechos Humanos.
Sin embargo, la manera de aclarar si esos padres de izquierdas están o no de acuerdo con el pin parental es muy sencilla y la voy a exponer aquí y ahora. Imaginemos que, por ejemplo, en el gobierno de Murcia o en el de Andalucía, cuyo poder han otorgado los ciudadanos a partidos de centro y de derecha, con las competencias educativas transferidas a las comunidades como todo el mundo sabe, se toma la decisión de que se van a implantar, como asignaturas complementarias, la exaltación de los beneficios que tuvo para España el franquismo, la educación basada en los parámetros diferenciadores entre hombres y mujeres, la conocida ‘formación del espíritu nacional’ y, qué se yo, el manual de castidad y abstinencia como únicas estrategias practicables para evitar el embarazo no deseado.
Me gustaría saber qué padres, cuáles de estos progenitores de la izquierda no estarían de acuerdo en poder elegir si sus hijos asisten o no a esas clases.
Siendo así, también ardo en deseos de conocer cuál es el argumento para sostener la cara dura cósmica de que ellos sí deberían tener capacidad de veto ante esas posibles asignaturas y otros padres no pueden vetar el enfoque de educación sexual que se puede imponer en determinadas asignaturas complementarias.
¿Estamos o no estamos de acuerdo en que, si esas tres propuestas que he enumerado se implantasen entre las complementarias en Andalucía, los padres deberían tener derecho a elegir si sus hijos asisten a las mismas?
Pues ale: todos con el pin parental.
