VÍDEO BLOG #MIEDODEQUÉ?, por Víctor J. Hernández Bru.
Escuchando ayer la tertulia vespertina en La Tarde de Díter, aquí en Es Radio, quedé perplejo con el razonamiento de uno de los tertulianos, a propósito de la conveniencia de aumentar el sueldo mínimo.
Decía el buen señor que el sueldo mínimo ha de ser elevado porque, de lo contrario, muchos trabajadores no cobrarán lo suficiente para pagar impuestos y, en consecuencia, consumirán recursos comunes que pagarán otros.
Es la mentalidad del comunismo: que todo el mundo termine cobrando lo mismo, independientemente de su preparación, su capacidad de trabajo y, sobre todo, de su mérito. Es una imbecilidad como la copa de un pino, para justificar una medida que es, sobre todo injusta.
Injusta por muchos motivos; injusta porque se obliga a quien paga a desembolsar una cantidad de manera obligada; porque se priva de tener trabajadores a empresas que acaso no rentan lo suficiente para abonar tales sueldos mínimos; porque junto con un sueldo mínimo no se fija un sueldo máximo; porque disminuye la capacidad de las empresas de pagar más a quien más lo merece; y, sobre todo porque se pretende mejorar las condiciones de los trabajadores, pero como siempre, a costa del empresario.
En este caso, una vez más, no hace falta preguntarse quién va a pagar esa mejora en las condiciones económicas de los trabajadores. Por descontado que quien tiene que pagarlo es el empresario. ¿Y qué pasa si no tiene ese dinero? ¿Qué ocurre si una empresa no puede permitirse pagar esos sueldos mínimos?
Queda descartada la posibilidad de buscar trabajadores que no tengan el listón de sus aspiraciones a tal altura, gente joven que esté empezando y que quiera hacer méritos, como los hicimos todos en nuestros comienzos, personas que pueden mejorar y hacer crecer a la empresa y con ella a ellos mismos.
No, la solución, la única solución que este tipo de medidas dejan al empleador es no contratar o, si ya han contratado, despedir.
Obviamente, las empresas que tengan una capacidad ‘x’ para emplear en sueldos, si ahora éstos superan esa cantidad, no podrán mantener dichos puestos de trabajo. Resultado: más despidos y más paro, justo lo que viene sucediendo desde la última subida del sueldo mínimo.
Pierde el empresario, pierde el trabajador y, ¿quién no pierde nunca? ¡Exacto!: el político que sigue inventando leyes maravillosas para descubrir la pólvora.