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VÍDEO BLOG #MIEDODEQUÉ?: «¿Por qué la administración de justicia falta al respeto a los administrados?»

VÍDEO BLOG #MIEDODEQUÉ?, por Víctor J. Hernández Bru.

Si nos ponemos a contar anécdotas, historias y casos reales que a cada uno nos ha pasado con la administración de Justicia, seguramente conseguiríamos no ya escribir un libro, sino renovar los fondos de la Biblioteca Nacional.

No sé si hay que llegar a tanto como la frase que hizo famoso a aquel alcalde de Jerez, Pedro Pacheco, que espetó aquello de “la Justicia es un cachondeo”, pero entiendo que podemos llegar a un consenso bastante amplio acerca de que estamos ante una parte del Estado que funciona rematadamente mal.

Juicios que se tenían que celebrar y no se celebran, retrasos cósmicos todos los días sin excepción en el desarrollo de la actividad cotidiana, papeles que se extravían, citaciones que no llegan y un cúmulo de ejemplos que se han normalizado de manera rotunda y que se empeñan en dar la razón cada día a aquel primer edil jerezano.

Ayer sufrí una experiencia de ese tipo en mis carnes. No es la primera, pero lo que realmente me indignó fue la naturalidad con la que todo el mundo entendía que había que aceptar aquello. Como soy lego en la materia, ignoro el grado de obligatoriedad que existe en acudir a este tipo de llamadas, pero entre que pienso que siempre que te llaman de un Juzgado lo conveniente es ir y que también mi abogado entendía que era lo más conveniente, acudí a un acto que denominan de mediación.

Reconozco que a nadie le importa un pimiento qué es lo que tuve yo que hacer para poder estar allí a mediodía, pero el caso es que lo hice: adelanté trabajo el día anterior, comprometí a compañeros para que asumieran responsabilidades que no son suyas, pedí favores a personas para que modificaran sus horarios y, en definitiva, hice lo que entendía que ha de hacer alguien que intenta ser serio.

Sin embargo, a mi llegada, la respuesta que obtuve fue que el mediador, la persona designada por la administración, no había ido, sin que nadie supiera por qué; con lo cual, lo procedente era subir unas cuantas plantas en el edificio de la Ciudad de la Justicia y pedir un justificante de que yo sí me había presentado. Era todo como muy rutinario y, efectivamente, ‘arriba’ me confirmado que esto funciona así: que a ti te citan y el que te ha citado va cuando puede y, cuando no puede, ni avisa ni hay el más mínimo mecanismo para intentar que tú no te tengas que dar el viaje.

No hay duda de que la administración de Justicia se ha metido en una espiral de desorden tolerado y normalizado, al que contribuye el hecho de que todo el mundo lo acepta con la más absoluta normalidad. Y no lo digo por esto, insisto. Teniendo en cuenta que este verano tuve que esperar dos meses para que me facilitaran un justificante de estar divorciado, debido a que mi divorcio todavía no constaba inscrito oficialmente donde Dios quiera que haya de constar…

Insisto: todo esto pasa porque los administramos, los que pagamos cada mes la factura de esta fiesta, lo aceptamos con total naturalidad y abnegación.

Por cierto, servidor está divorciado desde hace ya cinco años.

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